jueves, 13 de octubre de 2011

Amenazas a la prensa en México se extienden ahora a los tuiteros


AFP

Aparecido originalmente en El Nuevo Diario de Nicaragua
13 de octubre de 2011
El cadáver de la jefa de redacción del diario Primera Hora de Nuevo Laredo, apareció el sábado junto a un teclado y un mensaje donde se afirmaba que fue asesinada por informar sobre actividades del crimen organizado en Twitter
Las amenazas a la libertad de expresión en México se han extendido a quienes usan las redes sociales para romper la censura de los cárteles de la droga, como muestra el asesinato de una periodista que apareció decapitada junto a un teclado y un mensaje amenazante contra los tuiteros.
El cadáver de María Elizabeth Macías, de 39 años y jefa de redacción del diario Primera Hora de Nuevo Laredo, ciudad fronteriza con Estados Unidos, apareció el sábado, junto a un mensaje que afirmaba que fue asesinada por informar sobre actividades del crimen organizado en redes sociales.
Es el tercer asesinato de usuarios de redes sociales en el estado de Tamaulipas (noreste), considerado por el gobierno una plaza en disputa entre el Cártel del Golfo y el grupo narcotraficante Los Zetas.
El 14 de septiembre de este año, los cuerpos de otras dos personas fueron encontrados en Nuevo Laredo junto a un mensaje que también asumía el crimen como una represalia por denunciar actividades de la delincuencia.
"Estos tres homicidios parecen representar una alarmante estrategia para intimidar a los usuarios de las redes sociales para que dejen de comunicar información relacionada con la violencia", señaló Amnistía Internacional en un comunicado difundido este martes.
Macías moderaba el sitio web nuevolaredoenvivo.es.tl (que asegura tener 400.000 visitas al mes) y participaba de una cuenta en twitter (@nuevolaredovivo) que se define como una red de ciudadanos "comprometidos para informarnos entre nosotros de lo que ocurre en nuestra ciudad".
En México, de 112 millones de habitantes, existen 4 millones de cuentas de Twuitter según un informe de la empresa Mente Digital divulgado en marzo y unos 12,5 millones de usuarios de Facebook.
En varios de los estados de la frontera con Estados Unidos, sobre el Golfo de México y de la costa sur en el Pacífico, estas redes se han convertido en alternativa para hallar información sobre balaceras, ataques de grupos armados y secuestros que han desaparecido de los medios impresos, la radio y televisión.
Mike O'Connor, representante en México del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, en inglés), señala que en Tamaulipas, los periodistas viven sometidos al temor de pagar con su vida una información.
"No hay periodismo confiable desde hace mucho tiempo. Lo que dicen los reporteros de allí es que si dices la verdad, simplemente te matan", indicó.
Incluso las grandes corporaciones de medios mexicanos han adoptado mecanismos para evitar ser tocados por la violencia. Pese a ello, artefactos explosivos han sido lanzados los últimos meses contra diarios locales y estaciones de la principal cadena de televisión del país, Televisa.
En marzo Televisa y la mayoría de grandes medios firmaron un compromiso para dar cobertura "responsable" de la violencia que ha arreciado en México desde que el gobierno lanzó en diciembre de 2006 una ofensiva contra los cárteles a los que se le atribuyen más de 41.000 muertes desde entonces.
En México es "necesario defender toda manifestación, opinión o expresión, así sea a través de los medios de comunicación tradicionales como de los nuevos medios tecnológicos", advirtió recientemente el guatemalteco Gonzalo Marroquín, presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa.
Pero las acciones contra los usuarios de las redes sociales no sólo provienen del crimen organizado. Algunos gobiernos regionales también han tomado represalias.
La semana pasada dos usuarios que difundieron en Twitter y Facebook supuestos ataques a escuelas en el estado de Veracruz (este), otro de los afectados por la violencia de Los Zetas, recuperaron la libertad después de que la fiscalía desistiera de pedir su procesamiento por difundir rumores, delito por el cual podrían haber enfrentado hasta 30 años de cárcel.
México es considerado el país más peligroso de América para la prensa por la ONU, con unos 80 periodistas muertos y decenas de desaparecidos desde 2000. Hasta el asesinato de Macías sumaban una decena los comunicadores asesinados este año, según el recuento de Reporteros Sin Fronteras.

MÁS*

sábado, 8 de octubre de 2011

La nena de Laredo


Fuente: El diario de Córdoba

JOAQUÍN PÉREZ AZAÚSTRE | ACTUALIZADO 27.09.2011 
Otra voz dormida, su luz decapitada por una impunidad dura de cuneta en el desierto. México es el país de Hispanoamérica en el que la profesión de periodista puede costar la vida con un riesgo mayor: así lo han dicho varios representantes de la profesión, y seguramente también lo habría dicho antes María Elizabeth Macías, asesinada el sábado pasado. A María Elizabeth Macías la han matado de una forma clara, nauseabunda, con esa pulsión seca del impacto que provoca la visualización de la escena dramática: su cuerpo apareció decapitado en un barrio de Nuevo Laredo, junto al monumento a Cristóbal Colón. Así, las piernas y su tronco fueron arrojadas sobre el césped; la cabeza, colocada en un macetero, junto al teclado de un ordenador, el ratón, los cables y los altavoces. Toda una advertencia, toda una metáfora sangrienta de lo que significa escribir en México, y decir la verdad, ejerciendo el oficio con rigor. 

La iconografía del macetero -no sólo los altavoces, para oír, el teclado, para escribir el reportaje y el artículo, sino sobre todo la cabeza, con los ojos que miran y la boca que habla, que dice lo que descubre, que es la caja sonora de todo el pensamiento y una reflexión de libertad- es tan dolorosa que hasta cuesta leerla, y también escribirla. Es como cuando secuestraron a Víctor Jara -que ayer aparecía por aquí- en el Estadio Nacional de Santiago de Chile y le rompieron las manos, con las que componía aquellas piezas breves, populares, que eran el regreso a la región del desfavorecido con hambre cultural, porque era la manera de dejar constado, ante quien pudiera presenciar ese momento atroz, y también ante él mismo, que le mataban precisamente por eso: por tener esas manos, por haber aprendido a deshacer una melodía bajo el ensueño utópico, para vestirlo de amplia posibilidad. Víctor Jara, con su tensión dramática -tan cercana a la compañía universitaria La Barraca, llevando el teatro del Siglo de Oro a la España profunda-, era una amenaza tan terrible que antes de asesinarle quisieron amputarle su razón de ser, la forma de llevar su canto al fin de la poesía en el plano de la realidad. 

Al asesinar a esta mujer brava, de 39 años, y hacerlo de esta forma, el mensaje está claro: cualquiera que denuncie, en México, a bandas criminales por las redes sociales, como hacía María Elizabeth Macías, puede acabar exactamente igual que ella. En estas redes sociales firmaba como La nena de Laredo. Denunciaba abiertamente a un grupo militar, esa misma gentuza que seguramente está detrás de su asesinato horripilante, y ha acabado igual que otros dos muchachos, asesinados y colgados de un puente por relatar los riesgos de la lucha estatal contra el crimen. La nena sigue viva en Internet, y su palabra es la prensa libre.