sábado, 31 de octubre de 2009

Internet, el Periodismo Tradicional

Juan Gargurevich

Columnista
La Primera, 31 de octubre de 2009


Solo soy periodista de papel…

Confieso. Solo soy un melancólico periodista “de papel”, es decir, lo contrario al periodista “de web” que ahora acecha a las redacciones comunes de viejo estilo porque está saliendo de los rincones donde lo habían relegado como si fuera una curiosidad.

Y es que todo indica que no hay marcha atrás en el llamado “ciberperiodismo”, toda una especialidad que provoca escaso entusiasmo en unos y que lleva a otros hacia un verdadero fundamentalismo de la profesión. Algo así como “web o morir”.

Todo lo relacionado con el tema lo sacudimos en horas de trabajo en un coloquio que organizó la Universidad Católica y en el que los “de papel” fuimos arrinconados por cifras que parecen demostrar que nuestros días están contados… si no integramos las redacciones.

Ha quedado claro, eso sí, que las nuevas formas de presentación informativa que son posibles gracias a la sorprendente nueva tecnología, no afectarán jamás la vieja rutina periodística, aquella de Recoger, Editar y Difundir noticias.

El Viejo Periodismo (“Nuevo” en su tiempo) demoró muchos años en salir del simple rol de difusor de ideas y de actividades de partido al que había sido destinado, para pasar a una larga etapa de deslumbramiento en que un buen titular vendía cientos de miles de ejemplares desde el momento en que los canillitas gritaban la noticia del día. Unos cien años, más o menos.

Ahora en cambio, y por lo menos en el Perú, el cambio es tan acelerado que la moderna rotativa que acaba de instalar El Comercio hace pocos días parece marcar la llegada del último dinosaurio.

Esta nueva historia comenzó en Lima en enero de1995 cuando la revista Caretas nos informó que ponía su edición en Internet, o sea, “on-line”. Le siguieron El Peruano, La República, El Comercio en 1996 y ahora ya ningún medio “tradicional” (noten las comillas) que se respete puede prescindir de trasladar sus contenidos a la amenazante Internet, uniéndose a un inabarcable océano noticioso en el que destacar es una tarea titánica.

Eso es lo que hacen los “ciberperiodistas”, que pueden ser de medios masivos comunes o independientes, los famosos blogueros. Son expertos en el manejo del nuevo soporte que es la WWW, capaces de redactar, fotografías, filmar, editar, transmitir.

No estoy seguro sin embargo de que nuestros jóvenes competidores tengan la visión adecuada para jerarquizar, por lo menos si atendemos a los viejos cánones que exige periodismo relevante. Una página web puede contener tantas noticias, titulares, “links”, cambiantes que no parece que fuera necesario regirse por la Tabla Básica de Noticiabilidad que todavía se aprende en las Universidades.

Total, debemos prepararnos para la convivencia porque el ciberperiodismo actual tiene un problema: parece invencible en difusión pero nadie, ni lectores y publicistas pagan un centavo por sus noticias.

Palabras rumbo al Olvido

César Hildebrandt
Columnista
La Primera, 31 de octubre de 2009
 Palabras muertas

Las palabras también son blanco de ingratitud y olvido.

Hay palabras bellísimas que se fueron muriendo y que nos abandonaron y no dejaron herederos dignos sino que pálidos sustitutos.

Una de ellas es “desempeorarse”, un pronominal sin equivalentes y que tiene –no sé por qué- un nimbo de ironía. Los términos recuperarse o fortalecerse apenas le llegan al tobillo.

Otra es “vinario”, adjetivo relativo al vino y que también, al irse de este mundo, nos dejó un poco huérfanos. ¡Con lo rotundo que sonaría decir que aquel borracho parecía tener un pensamiento vinario!

De las peores defunciones lexicales es la del verbo intransitivo “bachillerear”, con la acepción de locuacidad profusa, de mal gusto e inoportuna. Digamos que charlatanear no es un gran reemplazo.

¿Y qué me dicen de “malmaridada”, que es como antes se podía decir a las vulgares adúlteras de hoy? “Malmaridada” debería ser rescatada por las feministas radicales, pues, más que palabra, tiene reverberancia de atenuante.

Pocos saben que cuando decimos “sinecura”, esa horrible palabra que designa el trabajo dado de favor y sin merecimientos de por medio, lo que hubiésemos dicho, de haber sido fieles al idioma, sería “mamandurria”, una verdadera obra de arte.

Y para volver al asunto de la bebeduría espirituosa, ¿alguien puede explicarme por qué ahora sólo decimos borracho cuando antes se podía decir también “ebrioso”?

Por supuesto que “retrocuenta” es palabra mejor que la expresión “cuenta regresiva”. Y sólo la influencia del oscurantismo eclesial puede explicar que haya caído en desuso el inigualable “revelandero” (a), que se aplicaba a personas que decían haber tenido revelaciones divinas.

Sería maravilloso poder decirle a cierto ex canciller “heredípata”, epiceno que quiere decir “el que astutamente intenta obtener herencias o legados”. Igual de placentero sería volver a nombrar “lazulita” a ese mineral duro y de color azul intenso que hoy sólo se conoce como lapislázuli.

Si el tiempo y la ley de la economía del lenguaje no hubiesen trabajado tan activamente, hablaríamos de la “doncellez” de don Rafael Rey y al acto de enamorar o galantear también podríamos nombrarlo con el transitivo “doñear”, que es espectacular.

Siendo “chillería” mejor que bullicio o vocerío, también es cierto que “chuchumeco” suena más feroz que ruin o malvado. De igual manera, “indicioso”, como adjetivo que describe al que sospecha, se ha ido olvidando a pesar de su mérito evidente.

Los años y la tele, el crecimiento mundial de la ignorancia y el desprecio por las formas, han ido minando el idioma.

Hace decenas de años que hemos iniciado un proceso que terminará en otra lengua, un dialecto hecho en base a brevedades y fusiones, una suma de promiscuidades que hará que lo que hoy todavía hablamos parezca tan vieja y tan remota como la lengua de Oc.

Mientras eso ocurra –y va a ocurrir-, este columnista de gustos anacrónicos seguirá extrañando un término como “descuitado”, o sea el que vive sin pesadumbre.

jueves, 29 de octubre de 2009

Son Rumores, Son Rumores ¿Esto es Periodismo?

¿Dizque lo Publicó en Condicional? ¿Ello valida el intento?

La "Noticia" que Alborotó Palacio

Transcribimos toda la patinada noticiosa, desde el principio hasta el ruborizante final.
Todo extraído del blog Sophimanía

Por Claudia Cisneros

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miércoles 28 de octubre de 2009


Alan García sería padre otra vez

Este es un post algo inusual en Sophimanía porque no es un tema de ciencia, de tecnología ni de salud, aunque si de interés social y público. Se trata de un acontecimiento de la vida familiar del presidente de la república, que de confirmarse, tendrá seguramente un impacto social y mediático.

Desde hace un tiempo, los periodistas que normalmente cubren la agenda presidencial y los movimientos del madatario, habían notado el distanciamiento de la primera dama, Pilar Nores. Sobre todo su ausencia en algunos actos o acontecimientos importantes o en los que solía acompañar a su esposo. Una de las más notorias ausencias ocurrió durante la enfermedad y fallecimiento del histórico cantante de música criolla, Arturo ¨Zambo¨ Cavero, conocido amigo de García y su esposa. Extrañó primero no verla acompañar al presidente durante sus visitas al Hospital cuando el artista estaba grave, y sorprendió más aún que ambos acudieran al velorio en días distintos. En fin, la prensa especulaba que se trataba de un distanciamiento más, por motivos no identificados y seguro muy personales.


Federico ya no sería el benjamín... Foto: Caretas

Esta noche, sin embargo, en una reunión de veteranos, vigentes y reincidentes políticos de la escena nacional , se habría develado el misterio. La comidilla de la noche entre la clase política es que el presidente Alan García estaría por convertirse en padre otra vez, que Roxanne Cheeseman, madre de su hijo último hijo, Federico Danton García Cheeseman, tendría ya poco más de dos meses de embarazo.

¿Cómo y cuándo lo darían a conocer? ¿Sería la gota que rebalsaría el jarro de paciencia de Doña Pilar? ¿Se vendría una crisis familiar en el entorno del presidente? El tiempo nos traerá las respuestas...

Publicado por Claudia Cisneros

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Jueves, 29 de octubre de 2009

Alan García desmiente nuevo hijo


En una rápida reacción al trascendido sobre un supuesto segundo hijo fuera del matrimonio, el presidente Alan García desmintió tajantamente en RPP esta mañana que fuera a ser padre nuevamente.


Desde Sophimanía consideramos que:

1) No hay nada que rectificar por cuanto todo el post fue redactado en condicional justamente porque no había una confirmación sobre el tema. Solo trascendidos que se comentan en la nota.

2) Si bien es un tema personal, como ya se ha debatido antes cuando se dio a conocer la existencia del pequeño Federico, es de interés público conocer si el Presidente de la República podría encontrarse inmerso en una crisis familiar que pudiera influir en su diario quehacer público. Y esto en definitiva dista mucho de ser un tema de farándula. La farándula la integran artistas, hasta donde entendemos.

3) Lo cortés no quita lo valiente, por tanto, además de saludar el rápido desmentido del presidente, que seguramente deja tranquilos a muchos peruanos, sentimos que se haya causado algún malestar en el seno familiar presidencial. Justamente toda la preocupación de difundir este tema era sacar de dudas "razonables", por diferentes fuentes y los propios antecedentes presidenciales, de que su tranquilidad emocional pudiera verse afectada.

Publicado por Claudia Cisneros en 6:22
 
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jueves 29 de octubre de 2009 


Sobre rumores y trascendidos

1) A ver. Ciertamente uno no publica rumores indiscriminadamente. Los periodistas tenemos cantidad de rumores al diario para elegir, si ese fuera el caso. Para que me haya permitido publicar este, confluyeron varias cosas: los trascendidos sobre la separación de la pareja que recorrían todas las redacciones periodísticas hace un tiempo. Los eventos públicos a los que, como no es costumbre ni usual, no atendió la Primera Dama, pero el motivo principal para atreverme a publicarlo, fue la confirmación al 100% con lujo de detalles que un supuesto amigo y colega me dio anoche.

2) De no haber existido ese testimonio que daba por cierta, de primera mano, la supuesta noticia, jamás me hubiera atrevido a hacerlo. Y creo que en eso mi antecedentes laborales me pueden respaldar. Nunca antes he publicado algo siquiera parecido. Aunque tampoco quiero aquí eximirme de responsabilidad alguna. Yo pude elegir no creerle a tanta supuesta certidumbre, o de sospechar que podía ser sembrado. Pero elegí creerle como cualquiera le creyó a Susan Hoefken. No tenía razones de sospecha para con esta persona (hasta ahora).

3) Asumo completa y totalmente mi responsabilidad en este penoso incidente y por sobre todo, lamento que pueda haberle hecho pasar algún mal rato a la Sra. Pilar Nores, por quien guardo mucho respeto y hasta admiración. Es más, dada la supuesta noticia, era lo que más me mortificaba, que ella tuviera que volver a sufrir con una situación semejante. Por eso, lamento más aún, que justamente la haya hecho pasar por algún mal momento.

4) Legalmente no cabe una rectificación, desde que como ya se viene discutiendo en diversos foros, usé siempre el condicional, justamente porque yo no era la fuente directa, sino que me basaba en la afirmación de otra persona a quien creí de buena fe. Sin embargo, repito, que lamento mucho haber provocado todo este innecesario debate y haber causado incovenientes en la familia presidencial.

5) No me interesa que mi blog ni mi nombre se asocie a malas prácticas que no son mi costumbre. Creo que de haber sido cierto, sí es un tema de interés público por razones que ya expuse. Aunque entiendo que haya gente que discrepe con esa posición, también hay mucha otra que la sostiene. No necesito ganar notoriedad, nunca me ha interesado y más bien, salvo excepciones involuntarias o mal manejo, siempre he mantenido un perfil bajo en mi trabajo y en mi vida personal. Mis enemigos, aquellos que esperan el error para patearte en el suelo mientras se relamen, me tienen sin cuidado. De esos siempre ha habido y habrá. Sí me preocupa gente que se puede haber sentido auténticamente desconcertada con este episodio y por la que también escribo este último post sobre el tema. Y a ellos les prometo ser mucho más suspicaz, si existiera una proxima vez, para darme el tiempo de cruzar MÁS información antes de creer tan ingenuamente en alguien que quizás tenga su agenda personal o pueda haber sido él mismo sembrado.

6) Sophimanía continuará con los temas que normalmente aborda (ciencia, tecnología, salud, descubrimientos, espacio, medioambiente etc.), que dicho sea de paso, también incluyen temas sociales, como lo saben quienes nos siguen. Acá hemos hablado del Baguazo y de otros temas que pueden ser considerados políticos pero que nos interesan como crítica social. ¡Pa`delante! Hay temas importantes que postear.

Publicado por Claudia Cisneros en 13:03

Más sobre el tema:
Claudia Cisneros : Filósofa de arranques tomar

Y para no quedarnos con el desengaño de la noticia desmentida, una sesión de fotos de Federico Danton tomadas por Kateryn Hidalgo Wong y publicadas en su blog Mi Cámara Intrusa








viernes, 23 de octubre de 2009

Internet . ¿Se acerca el fin del papel impreso?

Internet y la agonía de Gutenberg


Por: Carlos Alberto Montaner Periodista



Hace más de 500 años, un artesano alemán llamado Juan Gutenberg, piadoso hasta el misticismo y poco hábil como negociante, le dio un golpe fortísimo a la Iglesia cuando editó la Biblia en la primera imprenta de tipos móviles utilizada en el occidente cristiano. Sin proponérselo, Gutenberg destruyó la vasta industria de los monjes copistas –miles de escribanos esparcidos por todos los conventos–, mientras, además, privaba a la institución de las generosas donaciones que hacían los fieles para ganar indulgencias y ascender al cielo en mejores condiciones mediante el sencillo expediente de pagar por copias de ciertos libros religiosos.

La Iglesia intentó defender sus intereses. Algunos predicadores llegaron a calificar la imprenta como pecado e intentaron prohibirla. Otros esgrimieron como argumento contra el malévolo invento el triste destino que les esperaba a los monjes copistas, santos varones (era un oficio de hombres) condenados a la insignificancia y la inutilidad. Dios no podía estar de acuerdo con tamaña injusticia.

Pero Dios, en esa oportunidad, pudo menos que la productividad y el mercado. En una jornada de diez horas, con buena luz, un copista, que debía afilar constantemente la pluma de ave, solía escribir tres páginas, mientras un impresor, tras levantar los tipos y armar la caja, producía 150. No era posible combatir ese nivel de eficiencia con argumentos morales. Los copistas, pues, perdieron la batalla y desaparecieron rápidamente. Aumentaron, sin embargo, los artistas que iluminaban las páginas con colores y dibujos, los encuadernadores y los talladores de tipos móviles. La Iglesia, resignada, buscó otras formas de vender indulgencias y de nutrir sus cofres.

La historia viene a cuento de Internet. Ya casi nadie tiene duda: comenzó el final del papel impreso. Dentro de unos años, los museos exhibirán los últimos ejemplares de las grandes revistas y de los diarios famosos, como hoy exhiben los libros incunables, los manuscritos medievales o los rollos del Mar Muerto. Internet, combinada con la edición electrónica, está liquidando rápida e implacablemente toda la industria editorial y ese fenómeno es imparable.

Pero Internet no solo va a terminar con la prensa de papel, incluidos casi todos los libros. De la misma manera que puso de cabeza la industria musical y hundió a cientos de estudios de producción y editores de CD, también hará desaparecer la radio y la televisión convencionales, que acabarán totalmente asentadas en la red, cambiará (ya lo hace) radicalmente la venta minorista (la mayor parte de las compras se harán por Internet) y, combinada con el teléfono, le dará un giro total a la forma en que se comunican las personas. La educación, por ejemplo, será otra cosa muy diferente en apenas una década. No tiene demasiado sentido transportar a millones de niños o universitarios diariamente para congregarlos en aulas cuando pueden juntarse e interactuar en una pantalla.

¿Desaparecerán los periodistas y los periódicos de la misma manera que desaparecieron los copistas y sus obras? Sí, pero serán sustituidos por una masa imponente de comunicadores que irán surgiendo espontánea e incontrolablemente en una Internet que irá fragmentando la información hasta el punto en que será muy difícil establecer voces dominantes. En el mundo periodístico que se avecina no existirán gurús como “The New York Times”, la AP, CNN, Fox o cualquiera de las grandes cadenas. Surgirán, en cambio, comunicadores solitarios que despertarán la curiosidad de los lectores o de los espectadores, puesto que es posible, como sugiere el éxito de You Tube, que los mensajes orales y con imagen acaparen el interés de unas personas que irán reduciendo su aprecio y su capacidad de atención por la palabra escrita.

¿Qué le resultará atractivo al consumidor de información en la era de Internet? Lo de siempre, lo que despierta su curiosidad desde hace miles de años: noticias sobre los peligros que se ciernen sobre ellos, sobre las oportunidades de mejorar su calidad de vida, sobre violaciones de las normas y, como forma especial de diversión e inspiración, variaciones sobre personas que triunfan ante la adversidad.

Sobre esos cuatro ejes, seguramente necesarios para la supervivencia, los seres humanos organizan la información que dan y la que reciben. Así sucede en París y Nueva York, en una aldea de Senegal o en la selva peruana. Así era cuando Gutenberg convirtió en una máquina de imprimir lo que era una prensa para aplastar uvas, y así ha sido desde que al Departamento de Defensa de Estados Unidos se le ocurrió crear una manera de comunicarse que no pudiera ser destruida por un ataque nuclear. Eso es lo único que nunca va a cambiar.

El Comercio, 23 de octubre de 2009

martes, 20 de octubre de 2009

Rafaél Correa y La Prensa : Deformando su Mandato

Amenaza a la prensa
Pico TV
Trome, 20 de octubre de 2009



Este Búho recuerda los negros días de la dictadura de Morales Bermúdez en 1978 y 79. Los medios de comunicación -léase prensa y televisión- estaban estatizados. Los militares tenían oficiales destinados a velar por los 'contenidos' de las informaciones y los programas. Los niveles de corrupción en todos los ministerios controlados por los militares eran descomunales. Un ministro de Transportes, militar, fue tan rochoso que se permitió importar contenedores de Betamax -la novedad de entonces- de contrabando. ¡¡Imagínense!! Era contrabandista. Pero ningún medio ni canal reveló el escándalo. Felizmente existía contra viento y marea 'Caretas' y 'Marka', que destaparon esa olla maloliente y ante el escándalo ese ministro lloró en TV y negó todo, pero lo botaron como un perro, ante el descrédito castrense.

El sistema democrático, con todos los defectos que pueda tener, asegura la libertad de prensa. El ex presidente Alejandro Toledo siempre recuerda cómo algunos medios lo demolieron por casos como 'Lady B', su impresentable familia, o por Eliane Karp: 'pero nunca intenté frenar la libertad de expresión', sostiene orgulloso. En Ecuador, Rafael Correa, un aprendiz del gorila Hugo Chávez, se considera 'democrático'. Sin embargo, su gobierno no solo dinamitó el sistema al subordinar el Poder Legislativo y Judicial al Ejecutivo, sino inició una infame tarea de destrucción de la prensa libre e independiente.

Este payasito de Chávez todos los sábados enfila verdaderas diarreas verbales contra la prensa independiente y crítica a su régimen. Exacerba con insultos y burdas mentiras, incitando a las masas indígenas y selváticas a que ataquen los locales de los medios. Sus delirios llegan a casos patéticos.

No solo se rebajó a mandar al excusado los programas de Laura Bozzo, también ¡¡condenó a muerte!! al árbitro brasileño que decretó un penal a favor de Uruguay. Increíble. Como los pasquines del régimen no venden, quiere acabar con los diarios, queridos por el pueblo, negándoles la publicidad del Estado, gravando la importacion de papel con montos abusivos imposibles de pagar y lo peor, ordenó un abusivo gravamen por cada diario que se vende. Esto tiene una sola intención: liquidar a la prensa libre.

En Venezuela, Chávez enfila contra las televisoras y ahora y hasta expropia los hoteles turísticos 'porque me atendieron mal en la Cumbre'. Fujimori y Montesinos también atentaron contra la libertad de expresión.

Compraron a la mayoría de los dueños de canales y radios, algunos diarios y 'sembraron' una nauseabunda prensa chicha. La infamia fracasó en Perú, pero en Ecuador y Venezuela está campeando. Mucho ojo con esos candidatos que dicen representar a los pobres, pero se van con sus esposas a vivir como ricos invitados por Chávez a la Isla Margarita o por Correa a Galápagos. Apago el televisor.

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sábado, 17 de octubre de 2009

Yoani Sánchez: Recordando a Evangelina Cisneros

Juan Gargurevich
Columnista

La Primera, 17 de octubre de 2009
Yoani no tiene un Hearst

“Es la chica de turno de la campaña mediática contra Cuba” comentó con dureza un funcionario cubano refiriéndose al caso de la bloguera habanera Yoani Sánchez, quien debía viajar a Nueva York para recibir un premio por su persistente oposición al gobierno de su país desde un publicitado y controvertido Blog.

La referencia del diplomático tenía que ver quizá con la escandalosa historia de verdades a medias y grandes titulares que armó el magnate de la prensa W.R. Hearst desde su famoso diario amarillo “Journal” de Nueva York, a partir de 1895.

Estaba sumergido en una batalla sin cuartel contra su rival Pulitzer y su “World” y ambos buscaban noticias sensacionales peleando lectores y abandonando, en particular el último, los principios elementales de ética que proclamaba respetar.

En Cuba se luchaba por la independencia y el proceso era seguido con atención por los Estados Unidos, interesados en el jugoso botín que significaban las posesiones coloniales hispanas, Filipinas, Puerto Rico y la gema del Caribe, Cuba. Pero hacía falta promover opinión pública en contra de España para eventualmente participar, y fue entonces el sensacionalismo neoyorkino su mejor aliado.

George Bryson, enviado especial del Journal a Cuba en 1897 fue el primero en conocer la historia de Evangelina Cisneros, una joven que en su afán de ayudar a su padre preso por revolucionario había protagonizado varios incidentes hasta que finalmente fue confinada en una “Casa de Recogidas” en La Habana.

Informado Hearst del caso ordenó la cobertura total promoviendo una campaña internacional por su libertad. Nunca le importó si las notas que llegaban de Cuba eran reales porque sabía que sus lectores querían saber de una bella niña, maltratada, abusada, vestida de andrajos, que barría habitaciones que compartía con prostitutas… por el solo delito de ayudar a su padre a luchar por la libertad.

Entonces Hearst tuvo una idea sensacional: rescatar a Evangelina y llevarla a los Estados Unidos.

Otro periodista del “Journal”, Karl Decker, organizó la presunta fuga que luego relatarían como una hazaña de suspenso y valentía. Todo fue falso. Lo que hizo Hearst fue enviar dinero suficiente para sobornar militares y dejar salir a la muchacha, que llegó a Nueva York con sus salvadores.

Fue el triunfo total de Hearst y la derrota vergonzosa de Pulitzer quien no tuvo más remedio que cubrir la información. El “Journal” instaló a la Cisneros en el Waldorf Astoria y al día siguiente le organizó una “Parade” a la que asistieron miles de personas ansiosas de conocer a la heroína, que poco después se casó con uno de sus presuntos liberadores. Cuando se desató la guerra y España fue derrotada, los diarios olvidaron a Evangelina para siempre. Murió en La Habana en 1967.

jueves, 15 de octubre de 2009

El día en que silenciaron al buen Jaime Garzón

Jaime, el bueno
Por Lorenzo Madrigal
Jugó su vida, cambió su vida, como si de todos modos la llevara perdida
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Lunes 11 Septiembre 2000



Mataron a Jaime!, con esta voz, tan cruda y colombiana, despertaron a Lorenzo el viernes 13 de agosto de 1999. No cabía la menor duda, se trataba de Jaime. Y aunque no era la suya una amistad cotidiana, Jaime era para él, como para muchos hombres y mujeres de este país, Jaime Garzón.La ciudad de Bogotá se estremeció y se volcó a la noche sobre su capilla ardiente, montada bajo las columnas jónicas del Capitolio (así ya no simbolicen la patria) y al día siguiente acudió a su entierro, con aquel dolor hueco y sin remedio con que vemos morir en Colombia.

Voy a ser infidente al narrar una anécdota familiar que se desarrolló en el entorno de Jaime y del incalificable crimen. Dos niños muy cercanos suyos, un niño y una niña, vivaces como él y hermosos en su inocencia, ya alertada por nuestro acontecer, se hallaban fuera del país cuando escucharon rumores y susurros de algo que no entendían. Finalmente fue imperioso darles una explicación, que no pudo ser sino la más cruel e irremediable. “Pero, ¿quiénes lo mataron, preguntó la niña, los buenos o los malos?”.

En este esquema infantil, como de policías y ladrones, encuadra no sólo este acontecimiento estremecedor, sino muchos otros que vivimos a diario, en medio de tan implacable violencia. Guerra de buenos contra malos. Como del Romancero: “Llegaron los sarracenos y nos molieron a palos, que Dios protege a los malos cuando son más que los buenos”.Y quiénes son los unos y quiénes son los otros, es bueno verlo.

Sin poder evitar lo maniqueo del cuento y casi aludiendo a los que están a la diestra y a la izquierda o sinistra de Dios Padre, que inspiró a Carrasquilla, aquí los buenos, en los juegos de los niños —y en la realidad—, son los que están por la ley y los malos, por el desorden y el crimen.Claro que no es un asunto tan trivial, porque con frecuencia los buenos son peores que los malos, que siguen siendo malos por definición. Para colmo, Jaime optó por hacer la paz entre unos y otros, quizás porque percibía que su humor llegaba a todos por igual y que con su personalidad inerme le bastaría para defenderse.Fue así como se dejó llevar por esa terquedad de paz, en las circunstancias más audaces y acometió misiones altruistas como fue la de rescatar secuestrados del tenebroso páramo del Sumapaz.

Jaime se transformó en un don de sí mismo. Vivió intensamente y entregó su vida, jugó su vida, como si de todos modos la llevara perdida, como en el verso de Barba. El país se sorprendió cuando lo vio reír sin dentadura y no palidecer, sino, por el contrario, sacar nuevas fuerzas de su cantera inagotable, que le sirvió para burlarse de su propia faz.Padeció en vida y muerte la maledicencia de unos pocos que han creído ver intereses personales tras ese derroche de alocado atrevimiento.

No podía estar tan alto sin que provocara envidias y falsas interpretaciones. Pero no, su interés era la salvación de la patria, así, con todo y su sentido cursi y con el tricolor flameante y enhiesto, como a él le gustaba portarlo. Pero no era la suya una actividad solamente oficiosa, sino autorizada y controlada por la gobernación del departamento, que lo contaba entre sus asesores de paz.No lo vieron con buenos ojos. Aunque su sátira cobijaba a casi todos los estamentos sociales y políticos, es posible que gente armada, carente de sentido alguno del humor, hubiese resentido los remedos. Pero sobre todo se sabe que fue conminado a ‘definirse’, cuando se le vio trasegar el páramo y otras localidades, en gestiones de liberación.

Fue francamente imprudente, dirán muchos, diremos todos. Era verdadera locura tratar de redimir a este país desde el ‘patio’ del humor y por medio de instancias y gestiones confidenciales, cual ciudadano errante, como aquel solitario de Tiananmen, enfrentada su triste humanidad a los tanques de la dictadura china.Desatendió Jaime, quizás, que humor y guerra no van unidos, porque cuando el ceño se frunce, el hombre tiende a la violencia. Y hay quienes sólo ríen a carcajadas ante victorias armadas, cargas de fusilería o ante la exhibición de los cadáveres de sus enemigos.

El país quedó, una vez más, notificado, la prensa libre, el humor libre, el espíritu sin cadenas, la risa buena, la cordial, la respetuosa, la que no pretende imponer sino la gracia, no sin mostrar alguna dirección del pensamiento. Es la guerra. Fue Jaime, nuestro Jaime, un mártir de esa guerra y al mismo tiempo un mártir por la paz, en la que creyó y en la que ya no cabe creer.Jaime murió, una estatua se merece, que no sea derrumbada por una vulgar bombona de cocina. Y lo más terrible y paradójico: a Jaime, a nuestro Jaime, lo mataron los buenos.

Jaime Garzón a diez años de su asesinato

Recordar a Jaime
Revista Semana de Colombia

ANIVERSARIO Han pasado 10 años desde cuando murió Jaime Garzón. Su amigo Eduardo Arias hace una semblanza de ese humorista político que dejó un vacío que aún se siente en Colombia.
Sábado 8 Agosto 2009


En ‘Quac, el noticero’, Jaime Garzón interpretó a Dioselina Tibaná, la cocinera del Palacio de Nariño; a Godofredo Cínico Caspa,un abogado cavernario, y a Néstor Helí, el portero del edificio Colombia. Otro personaje famoso fue el lustrabotas Heriberto de la Calle, quien debutó en el programa ‘La Lechuza’ y luego realizó entrevistas en los noticieros ‘CM&’ y ‘Caracol’

Jaime Garzón era el dueño de una carcajada generosa, estridente, capaz de llenar auditorios enteros. Una carcajada de la que se servía para anunciar su llegada (le encantaba hacerse notar, ser el centro de todas las miradas), la utilizaba para enfatizar sus apuntes mordaces. Muchas de ellas, fruto de alguna equivocación durante la grabación o de alguna conversación después del corte que quedó grabada, salieron al aire en los programas de televisión Zoociedad (1990-1993), Quac (1995-1997) y Lechuza (1997). También de la boca desdentada de Heriberto de la Calle, su último y más emblemático personaje, que se encargaba de entrevistar personajes de la vida pública en el noticiero CM& y luego en Caracol Noticias. El que murió con él hace 10 años, cuando Jaime Garzón tenía 38 años.

Esa carcajada franca lo pintaba de cuerpo entero. Garzón, ante todo, era un comunicador nato, dueño de un carisma que muy raras veces tienen quienes ejercen el humor político y que suelen esconder su inteligencia, su ironía y su sarcasmo detrás de una máscara de timidez e introspección. Garzón, en cambio, manejaba con igual maestría las técnicas del stand up comedy y del humor político. Y si a eso se agrega su gran capacidad para imitar personajes…

Como si lo anterior fuera poco, Garzón también hacía un espectáculo de sí mismo. Se burlaba del poder, es cierto, pero también se burlaba de su figura, de su torpeza, de sus carencias afectivas. Y así se ganaba el cariño de la gente. Era dueño de un espíritu entrador, propio de los grandes conversadores que saben cautivar una audiencia por su capacidad de llevar a extremos delirantes hasta las situaciones más anodinas de la vida.

Además de su sentido del humor y de su sobresaliente inteligencia y su agudeza mental, el éxito de Garzón se basaba en otros componentes. Uno de ellos, tal vez el más importante, su cercanía a las fuentes primarias de lo que sería su discurso y el discurso de sus personajes. Educación religiosa en la edad escolar (incluso ofició de monaguillo); estudiante de Derecho en la Universidad Nacional; cercano colaborador de la guerrilla del ELN; alcalde menor de Sumapaz, localidad rural del entonces Distrito Especial de Bogotá durante el mandato de Andrés Pastrana; asesor del gobierno de César Gaviria, oficio que desempeñó cuando Zoociedad estaba al aire. Esta diversidad de oficios le permitió conocer, de primera mano, los discursos de la Iglesia, la academia, y los estertores de los movimientos estudiantiles de los años 70 y la política.

Durante este tiempo Garzón había perfeccionado sus dotes de humorista, había desarrollado varias de sus imitaciones más emblemáticas (los Pastrana papá e hijo, Alfonso López Michelsen, Álvaro Gómez) y ya se había fogueado ante auditorios privados. Así que el 31 de octubre de 1990, cuando salió al aire el primer capítulo de Zoociedad, Jaime Garzón debutaba como presentador de un espacio de televisión, pero ya había recorrido un largo terreno y estaba listo para enfrentar las audiencias masivas de la televisión.

Otro punto a su favor: su calidez y su facilidad para hacer amigos, o al menos hacerle creer a mucha gente que eran "sus amigos del alma". Cuando lo conocí, en 1989, en la sala de redacción del diario La Prensa, se presentó como "el hermano de Alfredo Garzón", el ilustrador de El Espectador, y acto seguido comenzó a hablarme y a hacer chistes como si fuéramos amigos de toda la vida. Y así era siempre. Al llegar a la reunión de los lunes en la que se planeaba Zoociedad, saludaba de abrazo a todo el mundo y por lo general contaba alguna anécdota que le garantizaba ser el centro de atención. En el estudio de grabación era muy amable con los camarógrafos, los asistentes, los maquilladores. En 1991, cuando se enteró de que la programadora no iba a llevar a Cartagena a todos los realizadores de Zoociedad, de su propio bolsillo les pagó el pasaje y la estada a tres de ellos. Cada rato los invitaba a su casa, en el Barrio San Martín, les preparaba comida y los trataba como si fueran sus hermanos del alma.

Pero Jaime Garzón también era un personaje trágico. A ratos solía caer en los pozos profundos de la depresión. Por lo general, las grabaciones de Zoociedad eran una explosión de entusiasmo, ideas van, ideas vienen. Pero a veces Jaime llegaba deprimido, o de mal genio, o sencillamente no aparecía, o amenazaba con renunciar, y aquello era muy parecido a un velorio.

Además, le encantaba jugar con su propia muerte. Llegó al extremo de mandar imprimir un cartel funerario en el que anunciaba su propio entierro. Como recordaba Antonio Morales, libretista y director periodístico de Quac, en un texto-homenaje que escribió hace algunos años en la revista Número, "su corta vida estuvo marcada desde los 8 años por un impulso tanático y autodestructivo originado por la temprana muerte de su padre. Desde muy joven, Garzón les expresaba recurrentemente a sus amigos que deseaba morir, como su padre, a los 38 años. Desde entonces la vida de Jaime transcurrió, en lo privado y en lo público, paralelamente a la violencia colombiana".

Se podría decir que Garzón vivía entre la risa exagerada y una cercanía con la muerte, a la que se exponía cada vez más, a medida que pasaba de ser un personaje de programas de humor a un personaje de la vida pública. Era, de alguna manera, la imagen misma del equilibrio inestable en que viven los colombianos, entre los excesos de la risa y de la tragedia.

Como señaló Morales en el texto de Número, así como en diversas conversaciones Jaime Garzón dejó de ser el personaje de ficción de Zoociedad y Quac y se convirtió en un personaje real cuando, disfrazado de Heriberto de la Calle, comenzó a entrevistar en un noticiero a los personajes de carne y hueso de la vida real. Y se expuso aun más a la muerte cuando comenzó a hacerse visible en escenarios de la vida real como el proceso de paz y la intermediación en casos de secuestro. "La imagen de Heriberto se confundió entonces con la de Garzón con la guerrilla recibiendo secuestrados, Garzón en eventos de paz, Garzón con la sociedad civil, Garzón en La Habana, Garzón con los ex guerrilleros salvadoreños, Garzón negociador y conciliador en medio de las balas, Garzón repudiado y señalado como inconveniente por la extrema derecha", escribió Morales.

Y Garzón a veces olvidaba que él no era Émerson de Francisco ni Louis, sus personajes de Zoociedad. Como buen chicanero que era, hablaba de temas muy delicados con el mismo desparpajo con que lo hacía de sus levantes o de su nuevo carro. Lo vi vivo por última vez un mes antes de que lo asesinaran. Fue a la salida de los estudios de Radionet, la emisora donde él trabajaba. María Jimena Duzán, que acababa de entrevistarnos a Karl Troller y a mí, nos acompañó a la puerta. Al ver a Garzón, le dijo: "Pilas, Jaime. A usted lo van a matar si sigue hablando de esos temas tan delicados". Jaime, que estaba feliz porque estrenaba un BMW Z3 convertible rojo que acababa de poner de moda la última película de James Bond, no le paró bolas.

En la madrugada del viernes 13 de agosto de 1999, dos sicarios le pegaron cinco tiros a Jaime Garzón. El mito había muerto. Nacía una leyenda. Peor aun, un vacío que Colombia no ha podido asumir, y mucho menos llenar.

Garzón, el que no temía decir la verdad

JAIME GARZON 1960 - 1999
13 DE SEPTIEMBRE DE 1999
Semana.com

Jaime Garzón era como un niño. Tenía los sueños grandes, como los niños, y la aplastante realidad de Colombia no los había recortado sino que, por el contrario, los había hecho más fuertes. Como los niños, Jaime Garzón opinaba abiertamente, con la verdad sin tapujos, a mansalva, sin medir jamás las consecuencias. Y al igual que a los niños, toda injusticia lo afectaba. No había una causa que no mereciera su pasión ilimitada, su trabajo constante y su poder de convocatoria.

Sus amigos aprendieron a entender que Garzón, como los profetas, no era susceptible de ser llamado al orden. Cuando las cosas se ponían graves lo buscaban en El Patio y le hablaban: "Hombre Garzón, hay que cuidarse. Hombre Garzón, usted es un bárbaro. Hombre, Garzón...". Pero él, como todos los buenos, tenía convicción y esa convicción estaba acompañada de intensidad apasionada. De manera que miraba a sus amigos con gratitud pero no les hacía caso.

Es posible que a Jaime Garzón lo haya matado la soledad, como a Galán. Porque poco a poco Garzón se fue convirtiendo en el eje de la conciencia crítica de la vida colombiana, a la manera colombiana, es decir, con malicia y buen humor. El iba más allá que todos los demás y llamaba a las cosas con nombre propio. El se burlaba de todos y a todos los desnudaba sin piedad. El no calculaba. Pero sobre todo, él creía que era posible hacer las cosas y despreciaba a quienes se daban por vencidos y a quienes creían que la cosa no era con ellos.

El viernes pasado no mataron a los personajes de Jaime Garzón sino a Jaime Garzón. Porque el humorista era apenas un elemento de su personalidad y aunque sus personajes hacen parte hoy del inconsciente colectivo colombiano como ninguno otro desde Cien años de soledad, los asesinos no buscaban al humorista. Iban por el pacificador.

El hombre del medio
En los últimos tiempos Garzón jugó un papel fundamental en la búsqueda de la paz. En no pocas oportunidades se montó en un jeep y ascendió a las regiones donde impera el régimen de las Farc para hablar con un comandante y buscar la liberación de alguien conocido, o conocido de un conocido, o apenas de alguien cuyos familiares lo habían buscado porque sabían que Jaime Garzón jamás decía que no. También opinó con frecuencia sobre el proceso de paz, y sus opiniones eran, también con frecuencia, urticantes para sectores radicales. Podía latigar, a la vez, a la guerrilla y al gobierno. En su última salida sobre el tema del proceso de paz entre el gobierno y las Farc Garzón había dicho, de manera sin duda punzante para algunos, que el último obstáculo era inexistente y que la Comisión de Verificación debía estar integrada por los alcaldes. "Para eso fueron elegidos", dijo, "para controlar lo que sucede en sus respectivos municipios".

Eran sus opiniones y se podía estar en desacuerdo con ellas como lo estaban, casi siempre, muchos de sus amigos y conocidos. Pero él las expresaba con la libertad de quien no se siente amenazado por nada, no porque no supiera que lo estaba sino porque ni siquiera amenazándolo era posible hacerlo menos libre. A diferencia de tantos colombianos que viven en el miedo, Garzón se fortalecía con el miedo, se hacía aún más irreverente y se arraigaba aún más en sus convicciones.

Pero era en el tema del proceso de paz con el Ejército de Liberación Nacional donde las habilidades de Jaime Garzón como negociador eran indudables. Tenía suficientes contactos tanto entre la dirigencia 'elena' como en el establecimiento colombiano, de modo que bastaba con que pusiera en marcha una iniciativa para que los callejones sin salida se volvieran avenidas. La última prueba de su capacidad de convocatoria la dio hace unas semanas cuando logró reunir a un grupo de personalidades del mundo político, los medios de comunicación, la academia y la empresa para firmar una carta dirigida al gobierno y a la comandancia del ELN con el objeto de buscar la liberación de los secuestrados y destrabar el proceso de paz.

Garzón conocía una regla fundamental del arte de la negociación: la necesidad de contar con un tercero a quien hacerle concesiones imposibles de otorgar a la contraparte por razones de desgaste político. Y jugaba su papel de generador de terceros componedores con maestría. En múltiples oportunidades Garzón pensó en dejar de lado su profesión de humorista político. A veces lo asaltaba la preocupación de no ser tomado en serio o de no poder desempeñar papeles distintos a los que le habían garantizado la entrada amable a millones de hogares colombianos. Pero gozaba su profesión como nadie y sabía, también, que su capacidad de influenciar a la opinión pública era fundamental para sus oficios por la paz en Colombia.

El crimen perfecto
Es posible que el crimen de Jaime Garzón sea, como la mayoría de los crímenes en Colombia, un misterio insoluble. Los primeros señalados como autores intelectuales y materiales se apresuraron a expedir un comunicado en el que negaron su participación en el hecho. Garzón había sido amenazado recientemente por los paramilitares dirigidos por Carlos Castaño, quienes se encuentran en una campaña masiva de amenazar a quienes ellos consideran que pueden ser cercanos a la guerrilla. El viernes Castaño negó haber impartido esa orden.

Por su parte no faltan quienes dicen que detrás de este asesinato estarían las Farc y que podrían haber golpeado de esa manera precisamente porque existía la amenaza de Castaño. Hacerlo y hacer aparecer la acción como proveniente de los paras acarrearía obvias consecuencias en contra de Castaño y aparentemente traería réditos políticos a la guerrilla.Pero esa teoría no parece sostenerse en la medida en que el principal afectado de este asesinato es el proceso de paz, en particular el que podría iniciarse con el ELN.

Garzón era un actor demasiado importante para el proceso de paz en general como para que un sector de la guerrilla tomara la decisión de eliminarlo.Existe también la posibilidad, que estaba siendo analizada por los investigadores, de que alguno de los sectores protagonistas del conflicto armado hubiese decidido 'pescar en río revuelto' al saber de la amenaza de Castaño en contra de Garzón. Al cierre de esta edición, por ejemplo, la especulación abarcaba otras organizaciones criminales, como los grupos paramilitares de Cundinamarca y algunos sectores de ultraderecha no relacionados con las autodefensas.Según los expertos, el crimen de Garzón fue un crimen perfecto.

"Se llevó a cabo en una calle no residencial, de madrugada, lo realizaron dos sicarios en moto que no utilizaron la tradicional Mini Uzi sino un revólver 38 porque sabían que esa arma no deja vainillas en el piso. Y lo hicieron desde una moto que tenía la placa tapada, o sea que no era robada", dijo a SEMANA una fuente de la Fiscalía. Por estas señales pareciera que no se trata de un hecho corriente en la macabra historia criminal de Colombia.

Final ¿A quién le conviene el crimen? ¿Quién podría querer asesinar a Jaime Garzón? ¿Por qué asesinar a un colombiano que dedicaba buena parte de su tiempo a enseñarles a sus compatriotas a reírse de sí mismos y a la vez a tomarse en serio? Sin duda detrás del crimen estarían los que consideran que quien no se encuentra de su lado está en contra suya. El asesinato de Garzón es un paso dramático hacia la degradación del conflicto en Colombia. Es cierto que el tránsito hacia un enfrentamiento entre radicales de izquierda y de derecha involucra cada vez más a la población civil. Pero ese lugar común no deja ver lo que resulta aún más terrible: el conflicto involucra cada vez más a los que buscan la paz.

Jaime Garzón fue tan importante en la vida nacional que la mayoría de los colombianos, incluyendo por supuesto a los niños, recordará durante años el momento en el que se enteró de la noticia y revivirá las imágenes de la televisión: el jeep Cherokee, la manta sobre el parabrisas delantero, la sigla del CTI en las chaquetas de los agentes, el letrero de la panadería. A las emisoras de radio, a las cámaras y los estudios de los noticieros de televisión y, sobre todo, a la sede de Radionet, hacia donde se dirigía Jaime Garzón, se volcaron miles de ciudadanos que querían expresar su solidaridad, su rabia y su inmensa tristeza.

En sus Cuadernos, Leonardo da Vinci decía que la vida está hecha de la muerte de otros. Quizás esa rabia sirva para comprender que ni siquiera la fuerza irresistible de un soñador perseverante como Jaime Garzón es suficiente para detener la marcha de la guerra en Colombia. Quizás lleve a que algunos asuman, con su ejemplo, una vida de mayor entrega y compromiso. Es lo que habría querido Garzón para el Edificio Colombia, que ha perdido ahora a su mejor inquilino.

Las facetas de Garzón
César Gaviria"Garzón fue, ante todo, un hombre que penetró a Colombia con su particular inteligencia, agudeza y humor. Y eso sirvió enormemente como instrumento para descubrir una buena parte de las verdades y los mitos de nuestra realidad. La irreverencia de Jaime contribuyó a quitar algo de esa pompa que rodea nuestra vida y a ubicar en su verdadero contexto las motivaciones de los protagonistas de nuestro devenir. Me tocó también, en particular en la Presidencia, conocer al Garzón comprometido en la solución de los problemas de Colombia: su compromiso diario con el PNR, con la Constitución de 1991, con la traducción de la Constitución a las lenguas indígenas. Fueron esas las facetas de un hombre excepcional e irremplazable".

La esperanza de Garzón
Myles Frechette"Uno de los aspectos que más recuerdo de Colombia es a Jaime Garzón. El les ayudaba a los colombianos a seguir con sus vidas y a reírse. Tenía un sentido del humor casi adolescente y decía cosas impertinentes que me hacían morir de la risa. Recuerdo que en marzo de este año estuve en Bogotá y me entrevistó Heriberto de la Calle. Con su genialidad para cambiar de personalidad a una persona humilde, la primera pregunta que me hizo fue: '¿Le trajo las rodilleras al presidente Pastrana?'.Siempre me hacía preguntas sobre Estados Unidos que me quitaban el aliento."Colombia ha perdido un genio y a una persona que les daba un buen ejemplo a todos los colombianos".

El palo de Garzón
Ernesto Samper Pizano"Fui víctima de Garzón, especialmente en el programa Quac, pero la verdad es que hacía un humor muy objetivo porque le daba 'palo' a todo el mundo. Satirizaba a mis adversarios y no era un humorista sesgado. Mi personaje favorito, por su ingenio y sus consejos, era la cocinera de Palacio, Dioselina Tibaná. Porque, en el fondo, no hay mucha diferencia entre gobernar y cocinar. Lo que varían son los ingredientes. Teníamos muy buena relación personal. Cuando estaba en el gobierno hablábamos con alguna frecuencia. A veces iba a Palacio a tomar tinto y a hacer espionaje para sus programas. Asesinaron una forma de buscar la paz a través del humor, una manera amable de conseguir el objetivo de la paz".

El coraje de Garzón
Andrés Pastrana: "Jaime Garzón simbolizaba el alma de lo que somos los colombianos: irreverentes, emprendedores, con buen humor, dados a la reflexión pero también al coraje. Era un hombre que por sí mismo valía muchísimo, como un luchador por la tolerancia, por los derechos humanos y la libertad de conciencia. Era solidario con los que sufrían el drama del secuestro y amigo de las causas de los grupos más marginados de la sociedad. Los colombianos sentimos que hemos perdido a un símbolo entrañable, a un amigo de la casa, y que con su risa se nos han ido también Dioselina Tibaná, el celador del Edificio Colombia, el presentador de Quac y sobre todo ese simpático lustrabotas Heriberto de la Calle, que nos desarmaba con su preguntas, pero también con su ternura".

Garzón, el libertario
El subdirector de noticias de 'RCN' , uno de sus amigos más cercanos, hace una semblanza de Jaime Garzón
Por Alvaro García

Jaime Garzón sabía que, en el tiempo que le tocó vivir, de repente, una de las pocas virtudes incontrovertibles de un hombre es la capacidad para, literalmente, comenzar la vida cada día. Por eso se dedicó a observar las cosas pequeñas, aquellas que _aparentemente_ no tienen significado pero que, en últimas, explican el porqué de los acontecimientos más difíciles de comprender. Garzón advertía gestos que para el común de la gente eran imperceptibles.

Pensaba mucho y explotaba con graciosas verdades, casi siempre contundentes, inmensas y sólidas. Ahí, en los detalles, estaba el inconfundible encanto de su sentido del humor.Garzón vivió de afán. Rápido. Como si supiera que el tiempo no le iba a alcanzar. Tal vez por eso, cuando tenía poco más de tres años, ya sabía leer. Su mamá le enseñó a formar palabras y frases en su humilde casa de La Perseverancia. Cuando sus profesoras se percataron de semejante adelanto lo pusieron de ejemplo ante los demás niños. El lo gozó. El pequeño Jaime mostró un voraz apetito de sabiduría que mantuvo intacto durante sus 39 años de vida. Estudió derecho en la Nacional, ciencias políticas en la Javeriana, adelantó estudios de física y matemáticas. Siempre con la intención de explicarse lo fundamental.

Sin embargo los libros y la academia no pudieron darle razón de los mendigos que se atravesaban en su camino todos los días, del hambre que percibía a su alrededor, de la soberbia de los poderosos, de las injusticias.

Corría el año de 1978, acababa de cumplir 18 años y en la Nacional hizo contacto con un guerrillero del ELN. Garzón pensó entonces que la solución podría estar en el monte y se incorporó al frente José Solano Sepúlveda. Pocos días después llegó al sur de Bolívar, a la Serranía de San Lucas. Su destreza para el manejo de las armas era nula. Su desempeño como estratega militar, un desastre. Entonces Garzón se convirtió en una especie de inocente y despistado trovador guerrillero.

Una noche, viendo televisión en un cambuche en compañía de Gabino, pasó la serie infantil Heidi. Jaime empezó a cantar "abuelito dime tú...". El jefe guerrillero se quedó mirándolo y le dijo: "...lo que pasa con usted es que se cree la niña de los montes". Desde ese instante su nombre de combate fue Heidi. Nunca participó en operaciones militares y la misión más importante que cumplió fue cuidar el dinero del grupo. La plata estaba enterrada y su trabajo consistía en sacarla a asolear dos veces al día para evitar que los billetes se pudrieran por la humedad.

Durante esas semanas en el monte entendió que el asunto no se resolvía echando plomo. Después de cuatro meses se retiró de la guerrilla, dejó claros sus motivos y regresó a La Perseverancia, en el corazón de su Bogotá. Fue nombrado alcalde de Sumapaz por el entonces alcalde Pastrana y, destituido por él.

El día de su asesinato debía posesionarse simbólicamente y recibir la indemnización del caso, porque años después se comprobó que los motivos de su sanción no fueron ciertos.A Pastrana le habían dicho que Garzón había montado un prostíbulo. Jaime, al enterarse de la acusación, dijo que las únicas putas de la zona eran "las putas Farc". De todas maneras Garzón, como siempre, había cumplido con su deber: construyó el centro de salud, puso a funcionar la escuela y pavimentó la única calle del pueblo.

Garzón era un enamorado del diálogo. Murió pensando que ese era el camino hacia la paz. En casa de su mujer, 'La Tuti', durante varios años, los días jueves, sentó a su mesa a personajes de la vida nacional totalmente distanciados por asuntos de política, ideología o negocios. Por ejemplo, una noche puso frente a frente a Antonio Navarro Wolf y a Jaime Castro. El primero -ante el silencio de la concurrencia- relató minuciosamente cómo el M-l9 planeó y ejecutó el atentado que por poco le cuesta la vida al ex alcalde, a su nuevo compañero de tertulia. Esa noche los dos tomaron del mismo whisky y comieron de los mismos raviolis.

A propósito, Carlos Lleras de la Fuente aseguraba que en casa de Garzón sólo se podía comer pasta: "Si ponen cuchillos se matan". Jaime Garzón fue tierno, soñador, libertario, enamorado, rumbero, gozón. Tuvo un velero, una bandera de Colombia en su carro, pétalos de flores para las mujeres que amó hasta el delirio, un pequeño rincón para encontrarse con sus amigos, una mamá que lo adoraba. No quiso tener hijos porque -según él- no valía la pena repetir su propia historia.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Presidenta Argentina aprueba Ley "Anti-Clarín"

Cristina ya tiene más control sobre la prensa

Ley “anti-clarín”. El gobierno argentino ganó en la pugna por ley de medios audiovisuales.


Luego de maratónica sesión en el Senado se aprobó ley que era rechazada por la oposición y las empresas periodísticas.


Buenos Aires. EFE
Tras casi 20 horas de debate, la cámara alta convirtió en ley un proyecto que el Gobierno de la peronista Cristina Fernández había girado a finales de agosto al Parlamento para sustituir a una norma vigente desde la última dictadura militar (1976-1983).

Desde el Gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007), esposo y antecesor de Cristina Fernández, el Ejecutivo mantiene una tirante relación con la prensa y en los últimos años profundizó su enfrentamiento con el mayor conglomerado mediático del país, el Grupo Clarín, propietario de medios gráficos, televisivos, radiales y digitales.

Mientras el oficialismo interpretó que la ley aprobada permitirá “democratizar definitivamente” la comunicación en Argentina, sectores de la oposición y periodísticos consideraron que la nueva norma dará al Ejecutivo “mayor poder” sobre los medios de prensa.

“Entendemos que esta ley permitirá democratizar de forma definitiva los medios en el país”, indicó el jefe del gabinete de ministros, Aníbal Fernández, después de que el Senado concluyera su maratoniana sesión.

“La hicimos revisar por más de 80 foros, en audiencias públicas, y le realizamos más de 200 modificaciones. Se consultaron a tantos constitucionalistas como fueron necesarios para que el Parlamento discutiera una ley que estuviera a la altura de los argentinos”, destacó.

“Todos los presidentes desde la recuperación de la democracia (1983) habían presentado proyectos y ninguno lo pudo llevar a la práctica. Nosotros sí”, dijo.

Horas más tarde, Aníbal Fernández convocó a una rueda de prensa en la sede del Gobierno para anunciar que la ley ya fue “promulgada” por la mandataria y publicada en el Boletín Oficial.

“La presidenta se había impuesto la obligatoriedad de no viajar a la India si no se cumplía con este objetivo”, destacó el funcionario en referencia al viaje oficial de tres días al país asiático que Cristina Fernández emprenderá hoy.

Ernesto Sanz, senador de la opositora Unión Cívica Radical, la segunda fuerza parlamentaria, consideró que la nueva ley provocará una “catarata de litigios” y aseguró que el Gobierno se apuntó una victoria pero dejó al país una norma “casi impracticable”.

La “Autoridad de Aplicación”
1*Los artículos mas polémicos son los referidos a la creación de la Autoridad de Aplicación, encargada de regular los medios, que según la oposición estará controlada por el Gobierno, y al periodo que tienen las empresas periodísticas para acogerse a la nueva ley.

2*El texto establece que una empresa no puede tener más de diez licencias de radio y televisión, 14 menos que el límite actual, y que tampoco puede ser titular de un canal de TV de aire y de uno de cable en una misma localidad, uno de los puntos que mayores críticas ha suscitado entre las empresas con intereses en el sector.

En resumen:
La ley prohíbe que los poseedores de licencias de un canal de señal abierta puedan tener una señal de cable en la misma región.

Habrá límites al número de licencias para radios y canales de televisión regionales. Varios grupos de medios deberán renunciar a algunas licencias para preservar las operaciones más rentables, algo que permitiría la entrada de nuevos participantes al negocio.


La música, películas y programas locales tendrán un cupo mínimo garantizado en radio y televisión. Las estaciones de radio deberán dedicar el 30% de su emisión de música a artistas argentinos, y los canales de televisión deberán emitir al menos seis nuevas películas locales por año.


Se crea un nuevo ente regulador. El Gobierno también controlará al nuevo ente, pero este incluirá a miembros de la oposición. Críticos a la ley dicen que el ente regulador debe ser autónomo o depender del Congreso. El Gobierno también designará a un defensor del público que recibiría reclamos de los ciudadanos.


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Correa y la Prensa

ANALISTA.
SOLO LA VERSIÓN OFICIAL
La prensa según Correa
Por: Roger Zuzunaga Ruiz

El Comercio, 11 de octubre de 2009



“Pediré, de acuerdo con la ley, que definitivamente Teleamazonas sea clausurada, se les acabó la fiesta”. Así amenazó un ofuscado Rafael Correa a la más importante cadena televisiva de Ecuador el pasado 29 de agosto durante su habitual programa radial de los sábados —de similar formato al “¡Aló, presidente!” de Hugo Chávez—, transmitido en cadena nacional a través de los medios públicos. Esta vez su molestia fue motivada por un audio que Fernando Balda, ex constituyente de Alianza País (partido de gobierno) y actual miembro del Partido Sociedad Patriótica (PSP), presentó en Teleamazonas. En la grabación se escucha un diálogo entre Rafael Correa, su ministro Ricardo Patiño y la congresista Silvia Salgado, quienes hablan sobre cambios a la Constitución.

Pues bien. Dentro de poco, de aprobarse una ley de telecomunicaciones que se discute en la Asamblea Nacional (Congreso), el presidente tendrá las herramientas legales para cristalizar esta y otras amenazas que suele proferir en su monólogo sabatino, en el que califica a los medios con términos como “incompetentes”, “mentirosos”, “calumniadores”, “corruptos”, “mediocres”, etc.
La nueva Constitución ecuatoriana, vigente desde el 2008, dispone que se elabore una ley de comunicación para garantizar el derecho de los ciudadanos a obtener información “veraz, verificada, oportuna, contrastada”. El plazo para aprobar esta norma vence el 14 de octubre —aunque ya se adelantó que podría prorrogarse hasta febrero del 2010— y en este momento el Congreso tiene en sus manos tres proyectos. Uno de ellos es el elaborado por la oficialista Coordinadora Social de la Comunicación, denominado anteproyecto de Ley Orgánica de la Comunicación.

En su artículo 15 (sobre el derecho a la protección de las comunicaciones personales), el documento menciona que “la información obtenida violando el derecho a la protección de las comunicaciones personales no se podrá utilizar ni difundir en ningún medio o canal La persona que haya violado este derecho responderá judicialmente”.

Además, el artículo 8 prevé el cierre del medio de comunicación que presente información que no es veraz. “La violación de este derecho o el incumplimiento de la obligación establecida en el párrafo anterior serán sancionados con una multa En caso de reincidencia en el período de un año contado a partir de la comisión de la primera infracción se duplicarán las sanciones Una tercera infracción en el mismo período de tiempo ocasionará la inhabilitación por dos años de las personas que incumplan esta disposición para ejercer actividades de comunicación y la cancelación de los permisos de funcionamiento del medio…”.

El artículo 11, sobre el derecho a la libertad de expresión, dispone sanciones a quienes formulen juicios de culpabilidad sobre hechos o conductas respecto de los cuales no se ha pronunciado la justicia. En tanto, el artículo 14 contempla sanciones a quienes difundan datos de carácter personal.

Según este proyecto, el ente que se encargará de la vigilancia, auditoría, intervención y control de quienes prestan servicios de telecomunicaciones será la Superintendencia de Telecomunicaciones y Medios de Comunicación. Esta institución no tiene nada de independiente, pues, según el mismo proyecto, el superintendente será elegido de una terna propuesta por el presidente de la República.

También hay un proyecto presentado por el legislador oficialista Rolando Panchana, que en su extremo más polémico obliga al registro anual de todo medio de comunicación, impreso, radial o televisivo.

RECHAZA LA CRÍTICA
El periodista y escritor ecuatoriano César Ricaurte, quien dirige la Fundación Andina para la Observación y Estudio de Medios, sostiene que Correa, desde su juramentación como presidente, no ha dado muestras de ser tolerante a las críticas. “Hay en el presidente la concurrencia de esta visión de que los medios son representantes de lo que denomina poderes fácticos, es decir, poderes que no tienen legitimidad democrática, porque la legitimidad democrática la dan las elecciones… El oficialismo ve a los medios como opositores políticos”.

El mandatario llega al público cada sábado a través de su programa radial y televisivo que se transmite por medios estatales y los que fueron incautados al banquero Fernando Aspiazu, dueño del quebrado Banco del Progreso.

Jaime Mantilla es fundador y presidente del grupo Hoy, que incluye al diario “Hoy”, y relata que Correa se apropió de un diario y dos emisoras que la Agencia de Garantías de Depósitos (AGD) había incautado al mencionado banquero. “El destino del remate de estos bienes debía servir para cancelar las obligaciones pendientes con los clientes del banquero. Sin embargo, se obligó a la AGD a entregar el diario para uso del gobierno. Más tarde se incautaron dos cadenas de televisión abierta y un canal de cable al grupo Isaías [dueño del quebrado Filanbanco] El Gobierno anunció la necesidad de crear medios públicos y con ese razonamiento controla el contenido de esos medios”.

Aunque la mayor parte de la población ecuatoriana no apoya la ofensiva contra los medios, Ricaurte sostiene que los ciudadanos son muy críticos con la prensa porque no ha sido capaz de autorregularse, ni reconoce los errores que con frecuencia comete por su falta de rigurosidad. “Pero eso es algo que se debe tratar al interior del periodismo… No es algo que desde el poder se deba imponer… En un ambiente de restricción de libertades, el periodismo no mejora, empeora”.
Mantilla advierte que está pendiente el informe de una comisión del Gobierno que revisó el estado de las concesiones de radio y televisión del país, donde se probarían innumerables errores en los trámites. El artículo 109 del proyecto de ley oficialista dice que todas las concesiones que hayan sido obtenidas ilegítimamente volverán al Estado.

SEPA MÁS
Sumas y restas
“Las personas… tienen derecho a formar veedurías sobre cualquier tema de su interés en materia de comunicación, así como de constituir observatorios de medios de comunicación, a fin de investigar y analizar los contenidos mediáticos” (artículo 37).

“El presidente de la República… puede disponer la suspensión del derecho a la libertad de información y la censura previa de los medios de comunicación una vez que se haya declarado el estado de excepción en todo o una parte del territorio nacional” (artículo 172).

martes, 13 de octubre de 2009

"Hacer periodismo no es, ni será, como producir judías en lata"

ENTREVISTA:
MAESTROS DEL PERIODISMO
Harold Evans Ex director de 'The Sunday Times' y de 'The Times'
JUAN CRUZ
El País 25/01/2009

Tiene 80 años; es de Nottingham, en Inglaterra, y fue en su país el periodista más influyente de una época especialmente brillante, y difícil, del periodismo, los años setenta del siglo XX. Su batalla más famosa fue contra el Gobierno; decidió que era culpable de la difusión farmacéutica de la talidomida, y ganó la guerra, una de las difíciles del periodismo contemporáneo. Impulsó el periodismo de investigación con una energía que creó escuela, primero en The Sunday Times, que dirigió entre 1967 y 1981, y luego en el Times.

"Lo importante es el porqué. Imagine todo
lo que habría que preguntar sobre el origen de la crisis
mundial"


"En cuanto el objetivo sea financiero
y no periodístico,el periódico decae y se cae. No hay posibilidad de éxito"


Es Harold Evans. Te recibe en casa, en Nueva York, donde vive ya como ciudadano norteamericano, casado con la famosa periodista Tina Brown. Sigue dirigiendo revistas, forma parte de consejos de administración de medios por algunas partes del mundo, y es un hombre encantador. Es decir, encanta y trata de encantar. Cuando le vimos, en diciembre, en medio del frío neoyorquino, salió a la puerta alborozado, "¡vamos a hablar de periodismo!", y abrió sus ojos grandes y azules como si le lleváramos un juguete.

En el salón de su casa de vez en cuando entraban sus hijos y él sacaba recortes de su época más brillante, como director (y diseñador, el diseño le preocupaba tanto como el contenido) de The Sunday Times y luego del Times, del que salió porque se llevó mal con su propietario, Rupert Murdoch. Con nosotros iba Barbara Celis, que escribe para EL PAÍS en Nueva York y que tiene 35 años; muchas de las respuestas de Evans la tenían a ella como destinataria. De sus tiempos de director de periódicos mantiene intacta la convicción de que convenciendo a los jóvenes de lo que hay que hacer es posible hacer periódicos mejores. Gran parte de la conversación fue para saber cómo inició el periodismo de investigación en Europa. Y luego hablamos del raro futuro, que él afronta como si san Pedro le estuviera esperando con un periódico cuando se vaya al otro mundo.

Pregunta. ¿Cómo se puede contar a los lectores que tienen la edad de Bárbara qué supuso su trabajo en el periodismo de investigación?

Respuesta. Primero hablemos de la talidomida. Siempre pensamos que los gobiernos están para ayudar a la gente, pero a veces no lo hacen, y ahí entra el periodismo. Éste tiene que entender los hechos, y eso hicimos con este caso. ¿Cuál era la situación de aquellos niños sin brazos, sin piernas? Sus madres habían tomado la talidomida durante el embarazo; esas pastillas fueron recetadas por médicos de la seguridad social, y cuando empezaron a ocurrir las tragedias nadie se dio cuenta de que la causa eran esas pastillas. El ministro de Sanidad, Enoch Powell, no quiso una investigación. Y la ley inglesa impedía que los periódicos se ocuparan de ese asunto..., porque los padres ya lo habían denunciado. Cuando yo llegué a The Sunday Times quise desafiar esa ley, inicié una investigación y propuse una campaña. La investigación era para verificar que la pastilla había sido la causa de esos daños, cuál era la responsabilidad del Gobierno y qué necesitaban esas personas para vivir razonablemente.

P. Así que usted se saltó la ley...

R. Esperé a que actuara la ley, y que hubiera compensaciones, pero no se producía un veredicto. Los niños se enfrentaban a una gigantesca corporación que también fabricaba whisky, y la batalla judicial se hacía difícil, casi imposible. Así que decidí que intervendríamos para presionar a la compañía para que llegaran a un acuerdo con los padres para darles algún anticipo.

P. Y tampoco consiguió nada.

R. Espere, espere. En cuanto hice esa investigación el Gobierno me llevó ante los tribunales para prohibir la publicación de nuestras conclusiones. Y la empresa que fabricó las pastillas hizo lo propio. Ése fue el principio de una enorme batalla que mi periódico libró para poder contar la historia.

P. ¿Cómo fue?

R. Necesitábamos el apoyo de los líderes políticos, pero primero hablé con un juez y con un político laborista que había ido conmigo al colegio. Me iban a ayudar. El Gobierno (que ya, en 1972, era laborista) me dijo que no pensaba remover el asunto... Hicimos la campaña, hubo una enorme bronca, y la empresa farmacéutica al fin se rindió, ofreció una compensación irrisoria, hasta que la subieron a veinte millones de libras.

P. Fin de la historia.

R. Para nada. Yo quería saber qué había sucedido para que en el futuro las incapacidades creadas por una droga pudieran evitarse con adecuados mecanismos de control. Por cierto, había niños españoles y alemanes que aún no han sido compensados y que fueron niños de la talidomida... Pasamos por varios tribunales, hasta que apelamos al Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, donde nos enfrentamos al Gobierno británico por su prohibición para que la prensa investigara el asunto. Y ganamos 8 a 5. Por cierto, en el tribunal había un juez español.

P. Una victoria periodística.

R. Pero sobre todo humana. Demostramos, además, que las empresas farmacéuticas habían sido negligentes; habían puesto la droga en el mercado sin examinarla; descubrimos las debilidades de los programas de evaluación de los medicamentos, y conseguimos que se cambiara la ley para que la prensa fuera más libre.

P. Fue un precedente.

R. Y tuve el apoyo de todo el mundo en The Sunday Times. Costaba mucho dinero, y nadie en la empresa me reprochó que gastara en abogados para una lucha contra el Gobierno que iba a perder. ¡Nadie le había ganado antes al Gobierno británico! Así que algo de crédito hay que darle a una empresa sabia que reconoció que producir periódicos no es como producir judías en lata. Algunas veces hay que correr riesgos e incurrir en gastos. Y esto aumentó la reputación del periódico y resultó ser una inversión para el futuro...

P. Y usted se atrevió luego con la McDonnell Douglas...

R. ...Después del accidente del DC-10 en París, murieron 346 personas, el accidente más grave del mundo hasta ese momento, 1972. A bordo iban norteamericanos, españoles, británicos, turcos, sobre todo turcos, era una aerolínea turca... Los deudos llevaron a juicio a la compañía, igual que los afectados por la talidomida llevaron a juicio a la farmacéutica. En este caso, como periodista quise saber cómo pudo estrellarse ese avión... Otro avión de las mismas características había perdido hacía poco una puerta de carga, pero había podido aterrizar. Y esta vez se había caído la misma puerta. ¿Cómo era posible?

Empezamos una investigación que se parecía a la de la talidomida. Construimos un modelo del avión, mandamos a un equipo a que se introdujera en McDonnell Douglas... Las víctimas llegaron a un acuerdo con la empresa fuera de los tribunales. Pero el problema que nosotros queríamos resolver era por qué se había producido el desastre; en eso el periódico tiene su obligación más importante: el deber del periódico es la verdad. En un conflicto legal la obligación es llegar a un acuerdo, pero un periódico tiene que ir más allá; los acuerdos no desvelan la verdad.

P. Y ustedes consiguieron desvelarla.

R. Investigamos, y publicamos un dossier: Destination Disaster. Identificamos por qué se cayeron las puertas de carga: en la compañía de aviación algunas personas habían firmado fraudulentamente inspecciones que no tuvieron lugar. Y contamos la historia. ¿Y por qué lo hicieron? Porque tenían prisa en terminar los aviones; había una demanda enorme, así que los sacaron sin corregir el error. Y fue fatal.

P. Como la talidomida.

R. Sí, pasó lo mismo. Se había abandonado la investigación oficial, nada, y nosotros nos empeñamos. Así que tenías al Gobierno norteamericano faltando a sus obligaciones, a la empresa constructora faltando a las suyas, a los litigantes satisfechos con su dinero, por lo que no les culpo, y nadie preguntando "¿por qué pasó?". Y la prensa tiene la obligación de hacerse esa pregunta. Ésa es la energía que había detrás de mi concepto del periodismo.

P. La pregunta más vieja, por qué.

R. El invento más antiguo, y sigue en vigor. Porque es la pregunta más importante. Hay una cosa que se me ha quedado grabada sobre la salud y los desastres. Si son evitables, ¿por qué no evitarlos? Las investigaciones complejas precisan de dos cosas, en periodismo: periodistas con mucha habilidad y recursos para librar la batalla legal... Cuando comenzamos a hacer esto en Gran Bretaña no había periodistas de investigación en serio; investigábamos a corruptos de medio pelo; no había un periodismo a la altura de la complejidad social, al creciente poder de las corporaciones y de los gobiernos... En el Parlamento tampoco se le preguntaba al Gobierno como era debido. El periodista tenía que jugar ese papel social, de una curiosidad implacable; eso es lo importante en un periódico, la curiosidad. Imagine ahora todo lo que habría que preguntar sobre el origen de la crisis mundial. Esa curiosidad humana trasladada al periodismo, si se ejerce con energía, daría lugar a muchas explicaciones que ahora no se dan.

P. Todo ese engranaje que usted montó exigía mucha verificación.

R. Ésa es la gran cuestión del periodismo. Si te equivocas, está la ley del libelo. Pero está la ley ética, la de la imparcialidad. Aunque tengamos una defensa legal, no podemos acusar a alguien erróneamente. La verificación de los hechos es importantísima... Y una cosa es lo que hizo Ben Bradlee con el caso Watergate y otra es mucho de lo que se hace, por ejemplo, en el ciberespacio y en otros medios en nombre del periodismo de investigación. Y eso es importante ahora, porque un blog o un texto de Internet pueden no tener autor conocido... A un amigo mío, defensor de los derechos humanos desde la época de Kennedy, acaban de cambiarle su biografía de Wikipedia ¡para decir que es un racista! ¡Y lo que han tardado en cambiar esa falacia! La verificación y la credibilidad son cruciales, y por eso un periódico muy bueno como EL PAÍS gana su público no sólo por la buena escritura y por las revelaciones, sino por su autenticidad.

P. Al Nobel Le Clezio le declararon muerto un minuto después de haber ganado el premio...

R. ¡Y estaba vivo! Sí, es un gran problema. Mi mujer, Tina Brown, ha empezado una página web llamada The Daily Beast. ¡El primer mes tuvo once millones de visitas! Y aquí se pone en evidencia un problema de la red: sabemos que el papel asiste al reto que supone la publicidad en Internet, la mirada se va a Internet. Pero la red no puede sustituir al papel en la investigación y en informaciones verificables; no puede en una sola página compensar lo que es el mosaico de un periódico, que contiene cultura, negocios, noticias...; y, sin embargo, el modelo de negocio para los periódicos en América, y probablemente en Inglaterra y en el mundo, no está funcionando. The New York Times ha bajado mucho; es un periódico enormemente vital, y mire los problemas que tiene. Y eso sucede mientras nadie hace dinero con los portales de Internet. Así que vivimos un interregno entre el periodismo viable y el periodismo creíble en la red y la vitalidad de los impresos, que son la fuente principal para enterarte de lo que pasa.

P. ¿Y en esa dialéctica hay alguna manera de llegar a un compromiso?

R. Digamos que The Daily Beast funciona y se convierte rentable. Investigan. Y lo que ponen en la red lo ponen también en papel; consiguen una diseminación múltiple. Lo problemático son los ingresos. ¡Pero ni uno de los portales de los diarios hace dinero! El dinero aún viene por los periódicos.

P. ¿Y usted ve Internet como una amenaza o como una contribución?

R. Indudablemente, Internet debilita la posición financiera de los diarios, así que sí es una amenaza. Ahora bien, si yo dirigiera un periódico hoy en día desarrollaría una web lo más grande posible, al tiempo que intentaría retener las energías investigadoras del diario sin desperdiciarlas. Un 30% de lo que cuesta sacar un periódico es la distribución. Y una de las soluciones a medio plazo es que yo me imprima el periódico en casa, desde la web. Y eso puede que ocurra fácilmente en los próximos diez años... Y lo que tendrías que hacer es comprar una licencia para imprimirte el periódico en casa. ¡Te ahorras el 30% de lo que te cuesta el reparto! Evidentemente, la gente que conduce los camiones tendrá que encontrar otro empleo, pero es que la vida económica es así... De esta manera se mantendría la energía de la prensa, su curiosidad, se mantendría la competencia, las capacidades legales, la credibilidad de la prensa impresa. Ahora mismo, si te pasas por completo a Internet, te toparías con la diseminación de muchas mentiras, y a nadie que pague por ellas.

P. Menudo dilema para los periodistas que ya tienen su edad.

R. Y la suya. Tengo que decir esto: la web es un recurso tremendo para el periodismo. Una sentencia por difamación, que yo gané, está colgada en la web, no tuve que ir a Seattle a leerla. Con los motores de búsqueda y los comentarios en la web tenemos la posibilidad de llegar a una edad dorada del periodismo. Una edad dorada, porque es más fácil ahora descubrir cosas. Y también es más fácil publicar basura. ¿Qué triunfará?

P. Pongamos que persisten los diarios. Pero se pueden matar.

R. Sí, desde luego, se hace todo el rato. De hecho, lo predije, en un artículo para la revista Strategy: en cuanto el objetivo sea financiero y no periodístico el periódico decae y se cae. En cuanto se empieza a destruir el contenido periodístico del diario no hay la más mínima posibilidad de éxito. Imagínese: se compra una orquesta, y lo primero que hace es deshacerse de los violonchelos, total, para lo que sirven; y después se deshace de los timbales... ¡Y luego te pones a tocar a Beethoven y no te sale! Beethoven no suena del mismo modo sin los timbales o sin los violonchelos, de igual manera que un periódico no suena a periódico cuando ha perdido a su equipo internacional o a sus corresponsales.

P. La vocación es una energía, dice usted. ¿Se pierde?

R. Es imposible perderla. Yo leo periódicos, los leeré siempre. Cuando me vaya al otro lado entraré diciendo: "¡Quiero La Gaceta de San Pedro!".

"El Fundamento del Periodismo es Buscar la Verdad y Contarla"

MAESTROS DEL PERIODISMO
ENTREVISTA:
Ben Bradlee Periodista
Vicepresidente y ex director de 'The Washington Post'
JUAN CRUZ
El País- 11-01-2009


Ben Bradlee (87 años) va cada día a The Washington Post, el diario que dirigió hasta la gloria en medio de la época política más turbulenta de Estados Unidos. Él convenció a Katharine Graham, la empresaria, de que era imprescindible, por el honor del oficio, hacer caso a unos jóvenes reporteros, Bob Woodward y Carl Bernstein, que habían visto que algo olía a podrido en el caso Watergate. El resto es historia del periodismo; como en la película Todos los hombres del presidente, en la que su papel lo interpreta Jason Robards, el crédito se lo llevan los reporteros, y el periódico, y él es el capitán en la sombra.

Cuando se retiró, en 1991, le hicieron tantas fiestas de homenaje que el hijo de la señora Graham dijo que las crónicas de esas fiestas daban para la lectura de un año. Lo que él atesora de toda aquella gloria es algo que dijo uno de sus grandes amigos, el columnista Art Buchwald: "Estamos ante un magnífico director de periódico". Creyeron que se iba, le nombraron vicepresident-at-large, una especie de vicepresidente-para-todo, pero lo han tenido desde entonces, siempre, cada día, en la sexta planta de The Washington Post, en este lugar donde nos recibe. Es un cuarto sin ventanas, con la puerta abierta; a su alrededor hay algunas fotografías: la de Buchwald, la de Katharine Graham, la de su gran amigo John F. Kennedy, la de Jason Robards..., pero no la de Todos los hombres del presidente. Y algunos recortes.

El viejo periodista se dedica ahora a avisar a sus sucesores sobre nuevos nombres que van surgiendo en el periodismo; si los contratan, él luego los invita a comer, o a tomar café. ¿Para adoctrinarlos? "No, ¡jamás! Ellos ya saben qué es The Washington Post". Ya hizo eso desde el principio de su mandato en el periódico, donde aglutinó a jóvenes de todas las razas, y donde impuso controles férreos para que la dudosa atribución de fuentes no fuera un lugar común al que los periodistas se agarraran para simular sabiduría; pero aun así se le coló Janet Cooke, que ganó un Pulitzer con una historia que era mentira... "Uno de mis grandes errores".

Su libro Vida de un periodista (A good life, en inglés) es una biblia del periodismo y un libro de estilo, y hablar con él es acercarse a un periodista total que se agarra al oficio como de chico se agarró a las barras de gimnasia para que la polio no le venciera el ánimo. Y por ahí empezamos, una mañana de diciembre de 2008, a hablar con él en su cuarto de vigía de The Washington Post.

Pregunta. Uno le imagina ahí, venciendo la polio, y ese suceso de su vida parece una imagen para entenderle.

Respuesta. Sí, la verdad es que ése fue un periodo muy importante de mi vida. Pero siempre he sido feliz, soy demasiado tonto para ser infeliz. No era el único que tenía polio; éramos 180 en la escuela y 20 la contrajimos. Era en 1936 y yo tenía 14 o 15 años. Me llevaron en una ambulancia; iba con otro niño con los mismos síntomas; murió dos días después. Fue la primera persona cercana que yo supe que había muerto. Mi padre me sacó de la ambulancia, me cogió en brazos y me subió tres pisos. Empezaba un drama.

P. Difícil sobrellevarlo.

R. Después de dos semanas, te bajaba la fiebre y te quedabas allí, tumbado, en la cama, sin poder moverte; entonces venía el doctor y te tocaba los músculos... El doctor me pedía que frunciera el ceño, que levantara las cejas, que moviera las orejas... Y todo iba bien hasta que llegamos a la zona del pecho. Me di cuenta de que no lo podía levantar. Fallaban los músculos de mi estómago. Pasaron cuatro meses antes de que pudiera levantarme y empezar a caminar de nuevo.

P. Sobrevivir a esa experiencia hace fácil afrontar cualquier experiencia.

R. Así es, siempre he sido un optimista. Creo que la vida es más fácil así.

P. Usted dice que la vida siempre está en el futuro.

R. Sí, pero para tener un futuro tenía que sobrevivir a aquello.

P. ¿Sigue siendo un optimista?

R. Más que nunca. Tengo 87 años y buena salud. Hace poco me quitaron la vesícula, ¡y fue la primera vez en veinte años que estaba enfermo! Así que soy muy optimista. Mis hijos están bien, tengo una esposa fabulosa...

P. Y ganó varias guerras...

R. Los jóvenes no entienden que la guerra haya sido tan importante para nosotros y para la gente de mi generación. ¡Fue lo primero que hicimos que fuera significativo! Primero íbamos a la universidad y de ahí nos íbamos a la guerra. Pasé tres años en el Pacífico, a bordo de un barco, tengo medallas de esa época. Entonces me daba miedo admitirlo, pero me lo pasé muy bien. El barco era bueno, la gente era buena. ¿Qué otra cosa iba a hacer? Tenía 20 años, ¡y no era cosa de ponerme a trabajar en un banco!

P. Tal vez por eso se hizo periodista.

R. Mi primer trabajo fue de chico-para-todo en un periódico, en verano. Tenía 16 años, y si usted mira ahí, en ese panel, está el primer texto que escribí. ¡No lo lea, por favor!

P. ¿Qué piensa usted de todos esos recuerdos?

R. Me siento orgulloso. Creo que a lo largo de mi vida he tomado las decisiones correctas. Sólo he tenido un único trabajo. Periodista. Fui reportero en The Washington Post en 1948, y me quise ir a Europa, y ya era padre de un hijo. Pensé: ahora o nunca. Así que acabé en la embajada norteamericana en París como agregado de prensa. Seguí buscando trabajo, y me hicieron corresponsal de Newsweek. El Newsweek y el Post son los únicos periódicos para los que he trabajado...

P. Raro verle de agregado...

R. Empecé de ayudante del agregado... Y luego fui agregado durante dos años. No me gustaba. Era un trabajo demasiado pasivo. La gran noticia del momento era la guerra de Indochina. Los americanos querían ayudar a los franceses y tener que explicar eso desde un punto de vista positivo era difícil.

P. Una época en que el periodismo no tenía nada que ver con este periodismo. Entonces tenía que saber de todo.

R. ¡O simularlo! Decían: los periodistas saben de muchas cosas, pero de todas sólo un poco. Y es verdad. Uno de los placeres del periodismo es que nunca sabes de qué vas a escribir cuando vas al trabajo. ¿Qué va a ocurrir en el mundo hoy? ¡Ni idea! Eso es lo excitante.

P. Kennedy es su figura. Es atrayente comparar aquel periodo, "lleno de esperanzas y promesas", y este de ahora.

R. Él se murió tan pronto... Sólo fue presidente mil días. Y en ese tiempo le dio a América tanta esperanza... Fue el primer presidente de Estados Unidos nacido en el siglo XX. Murió a los 44 años. Fue el primer político al que conocí cuando tenía poco más de veinte años. Se mudó a una casa que estaba al lado de la mía, su mujer se hizo amiga de la mía. Nuestros hijos nacieron más o menos en las mismas fechas...

P. Usted lloró en su entierro... debe ser difícil separar la amistad del periodismo...

R. Suena difícil, pero él lo hacía fácil. Decidimos que nuestra amistad debía seguir aunque él fuera presidente. Y Newsweek, para la que trabajaba entonces, me envió a cubrir la Casa Blanca. ¡Y no a la Casa Blanca: al presidente! Pero no fue difícil. Decidimos que yo podía usar todo lo que me contaba, a no ser que me indicara lo contrario. Fue una regla simple, pero funcionó. Él no tuvo ningún problema. A veces, yo le suplicaba que me dejara escribir sobre algo que me había contado y que él había vetado..., pero no hubo ningún problema grande.

P. Pero usted se enteraba de las cosas antes que otros... Estaba más cerca.

R. Pero recuerde que Newsweek no es de tirada diaria, no vas buscando el gran titular de todos los días. Mis exclusivas tampoco eran grandes noticias; ahondaba más en lo cotidiano...

P. Una relación especial.

R. Y maravillosa. Fue una oportunidad fuera de serie. Agarraba mi coche, conducía hasta la Casa Blanca, aparcaba, ¡y cenaba con el presidente!

P. Y debió ser un mal trago que su libro de conversaciones con Kennedy acelerara la enemistad con la viuda...

R. Estoy acostumbrado. Siempre hay gente a la que no le gusta lo que escribes. Ella reconoció que yo había respetado mi parte del trato con Jack, pero no le gustaba verlo impreso. Pero tampoco yo era amigo suyo... Cuando él murió, ella se fue a vivir a una casa de Georgetown, enfrente de donde yo vivo ahora. Se quedó sólo un par de meses, no le gustaba Washington. Y se fue a Nueva York. Hasta que ella murió la habré visto diez veces, y una vez, cuando publiqué mis conversaciones con Kennedy, me retiró el saludo.

P. ¿Siente usted la misma esperanza con Obama que cuando estaba Kennedy?

R. No conozco a Obama. He coincidido con él sólo un par de veces. Pero sí hay conexiones entre ellos; los dos son jóvenes... Pero hay muchas cosas que los diferencian. El tiempo, por ejemplo.

P. Una elección que cambia todo.

R. Es una elección increíble para un hombre que sólo lleva diez años en la vida pública. Ha pasado del anonimato casi absoluto a ser el presidente electo. Pero ha logrado capturar la imaginación de los americanos, sobre todo la de los jóvenes. ¡Y la del mundo entero! ¿No es fantástico? Sí, por decirle lo que usted está buscando, me impresiona y me da esperanza.

P. Llega en un momento en que el mundo entero está hecho un desastre.

R. ¡Y va a peor! El pobre hombre llega en un momento en que el país se desmorona, la economía cae... Si pensó que iba a ser difícil su periodo, imagínese ahora. Pero va a tener el apoyo de la gente. Y eso es fantástico. Contar con esa popularidad siendo tan joven y con tan escasa experiencia... Si pudiera ayudar a solucionar el problema económico en el primer año y mantener luego su popularidad creo que será un gran presidente.

P. ¿Y qué piensa del que se va, de Bush? Usted siempre ha luchado contra la mentira, y hemos sido testigos de lo que ha pasado con las mentiras de Bush.

R. Sí, mintió, es verdad que mintió. No sé si era consciente de que era una mentira. No lo sabemos. Creo que sí sabía que era una mentira, y exageró... Siempre ha sido así. Todos mienten. Ahora la prensa es mucho más consciente de esas mentiras. Y se aseguran de demostrar que lo son. Mucho más que antes.

R. Quizá por Watergate.

R. O por Vietnam. Con Vietnam, América, por primera vez, empezó a dudar seriamente de lo que se le contaba acerca de lo que ocurría en otros países. Nos dijeron que en Vietnam las cosas iban bien cuando el país se estaba desintegrando.

P. Vietnam, Watergate, los papeles del Pentágono... Usted decía que detrás de los tres asuntos había mentiras, y su misión era desvelarlas...

R. Con Vietnam, la prensa empezó a examinar de forma mucho más agresiva las palabras y las acciones de sus líderes. Los presidentes ya no pueden salirse con la suya. En los tiempos de Roosevelt, cuando había una rueda de prensa en la Casa Blanca, sólo había 10 reporteros. Ahora hay acreditados 1.500 reporteros.

P. ¿Y hacen las preguntas que deben hacer?

R. Hacen las preguntas que ellos creen que deben hacer, o que sus jefes piensan que deben hacer. Los reporteros y los periodistas ahora están muy preparados, muy informados. Imagínese qué pasaba entonces: ¡sólo nueve hombres y una mujer para cubrir la Casa Blanca!

P. A veces mentimos a los nuestros, pero la mentira política afecta a todo el mundo.

R. Yo creo que ya no mienten tanto... porque no pueden hacerlo. Mire lo que le pasó a Nixon. Estaba preparado para ser presidente. Lo hizo bien, a excepción de Watergate. ¡Pero adónde le llevaron las mentiras! Le costó la vida política.

P. Usted dice que los periodistas no siempre tienen la verdad.

R. No sabemos la verdad. Si el primer ministro de un país me cuenta una mentira, no sé que me está mintiendo. Y lo voy a escribir. Pero ahora hay una gran preocupación por la verdad.

P. Tras Watergate, los periodistas empezaron a preocuparse por las fuentes...

R. ...siempre que las puedan identificar, eso es bueno, y siempre que se refieran a hechos que ellos conozcan... Tuve que echar a un periodista de The Washington Post porque puso en boca de Robert Kennedy algo que éste pudo haber dicho pero que jamás pronunció. ¡Mintió! No hay argumento contra eso. El director depende de sus fuentes de información. Un periodista es la fuente de un director, ¡y si al director le falla la fuente...!

P. Internet es una fuente inmensa... ¿Cómo la ve?

R. Mi vida periodística acabó antes de Internet, ¡menos mal! Internet lo ha cambiado todo. Y has de convivir con ello. Pero puedes exigir que los estándares de Internet sean buenos. Y hay aspectos en que lo son. Pero hay mucho loco también.

P. Su autobiografía es como un epitafio de lo que fue el periodismo con respecto al periodismo que se hace ahora.

R. No lo sé. Las preguntas han cambiado. Sobre todo a causa de Internet. La instantaneidad de las noticias empezó con la televisión, e Internet es la apoteosis de lo instantáneo... La cantidad de noticias frescas es ahora menor en los diarios, eso significa algo. En la portada de The Washington Post aparecen noticias que ya se conocen, o por Internet o por la televisión. No estamos aportando nuevas historias, nuevos hechos... Por eso tenemos que concentrarnos en el significado de esos hechos que ya no damos nosotros en primer lugar; tenemos que saber si son importantes, si influyen en la historia, qué pasará en el mundo si se consolidan... Tenemos que saber eso y contarlo. Ésa es nuestra función ahora.

P. Y no sólo hay hechos. ¿No confundirá tanta opinión al público?

R. No, la gente presta atención a lo que se dice en los periódicos importantes, y si la opinión la da un periódico importante, la gente no confunde los hechos con las opiniones. Por eso es tan importante mantener la reputación de los periódicos.

P. Así que usted se siente optimista también sobre el periodismo y los periodistas.

R. No le quepa duda. ¿Qué sentido tiene la vida si uno no es optimista? Siempre lo he sido, y siempre he creído en la habilidad del cambio. Si alguien me dijera que el martes por la noche el mundo entero se va a ir al garete, pensaría también que habría que buscar una oportunidad para cambiar esto. Y el periodismo es un buen instrumento para cambiar las cosas.

P. Un director suyo, Ralph Blagden, le dijo que la esencia del periodismo es la superficialidad...

R. Era un filósofo, y lo dijo cuando yo estaba escribiendo una historia sobre los veteranos de la guerra; describí el asunto con tanto detalle que me dijo que era demasiado, y entonces soltó esa frase: "La esencia del periodismo es la superficialidad". Dijo: "Cuenta la historia, pero no entres en detalles, porque entonces la historia terminará muerta".

P. Su colega Alan Riding dice que los medios son cada vez más sofisticados, pero que el mensaje es cada vez más banal...

R. Quizá sea cierto, pero tenemos que vivir con ello...

P. "Nos hacemos periodistas por el deseo de arreglar las cosas torcidas".

R. Sí, eso es mío; y dije también que no se puede ser cínico, que los periodistas no podemos ser cínicos... Y a lo mejor lo he sido. Cuando uno llega a mi edad ha escuchado tantas mentiras...

P. Hay un personaje en su vida, Katharine Graham...

R. Una mujer maravillosa, una editora fantástica. Ella se fiaba de ti y te dejaba ir a buscar la historia que tú creías que era importante contar. Extraordinaria... En una empresa hay dos tipos de acciones: acciones de tipo A y acciones de tipo B. Las acciones que son abiertas al público, las de tipo B, tienen un poder limitado. Sin embargo, las acciones A están en The Washington Post en poder de la familia Graham. William Buffet tiene muchas acciones, pero no puede hacer cambios. Sin embargo, Don Graham, que también es dueño de muchas acciones, levanta un dedo y los cambios se producen. Es el jefe. Hay una diferencia muy grande entre administrar el periódico y tener acciones. Es de propiedad pública, pero está gestionado por una entidad privada. Los buenos periódicos de Estados Unidos funcionan así. Nosotros somos uno de ellos. Otro es The New York Times.

P. Su nombre se asocia a un momento dorado del periodismo. ¿Se acabó?

R. ¡Por supuesto que no! Éstos son momentos buenísimos para el periodismo. ¡Están ocurriendo tantas cosas! El acceso a la información es tan amplio. En los días de Roosevelt no teníamos ni idea de lo que estaba ocurriendo en el mundo. Hoy impresiona la cantidad y la calidad de reporteros que hay.

P. Usted ha sido muy feliz en este oficio, se ve. El mejor oficio, según García Márquez...

R. Y yo estoy totalmente de acuerdo. No hubiera sido periodista si no hubiera sido este oficio como es...

P. En la recepción del periódico están los viejos principios del fundador del Post. ¿Cuáles son los suyos?

R. Los principios son para los dueños, no para los editores. Y para un periodista el principio fundamental es buscar la verdad y contarla. Es verdad que hay muchas verdades, es complicado buscarlas...

P. Uno de sus primeros trabajos en el Post fue para denunciar racismo en una piscina pública... Sesenta años después hay un negro en la Casa Blanca...

R. Es el símbolo más emocionante de la llegada de Obama al poder. Hemos tenido una experiencia muy complicada con el racismo en este país. Fue extraordinario pasar de la esclavitud a la segregación, y mire todo lo que sucedió después... Ahora tenemos a un hombre negro de presidente y muy pocos países desarrollados lo tienen. Y por ello me siento orgulloso. ¡Es fantástico para este país!

P. Dijo de usted Art Buchwald que era un magnífico director. ¿Ahora qué es?

R. ¡Soy un ex editor, ja ja ja! Pero también soy vicepresidente de The Washington Post sin tarea alguna. Me siento aquí, en esta esquina, hablando con gente muy interesante. Estoy involucrado en proyectos y escribo, no mucho, pero lo hago. Ayudo a otros y pululo por aquí. Bajo a la sala de reporteros, digo hola, como con la gente y ayudo a los jóvenes reporteros. Soy una parada en el tour de este lugar. He estado aquí mucho tiempo, así que pienso que no les estorbo. Y cuando encuentro a alguien con talento, bajo y lo comunico...

P. Y admite sus errores...

R. ...como el de Janet Cooke. De ése nunca me arrepentiré demasiado.

P. Y sus triunfos, como el Watergate...

R. El mérito fue haber persuadido a Katharine Graham de que el periódico debía ir hacia la excelencia, de que había que convertir The Washington Post en algo grande. The Washington Post era el tercer diario en importancia en Washington cuando llegué, en 1968... Ahora no les cuento a los jóvenes con los que me reúno las batallas que tuvimos que dar. ¡Ya ellos saben de qué va The Washington Post, y yo renuncio a adoctrinarlos! A veces me preguntan por el Watergate, y les cuento, si quieren saber.