sábado, 20 de febrero de 2010

Kapuscinsky, el “agente secreto”


La Primera
20 de febrero de 2010
Juan Gargurevich

El nombre de Richard Kapuscinsky, tal como en la película “La vida de los otros”, figura entre los informantes de los servicios secretos de Polonia de los tiempos comunistas que hoy son abominados.

Es historia, es verdad y por eso la biografía que se publicará en estos días sobre el gran periodista se titula precisamente “Kapuscinsky No Ficción”. Ha sido escrita por un colega suyo, Domoslawsky, quien alega que los datos referentes a su colaboración con las autoridades rojas y prosoviéticas figuran en los archivos del “Instituto de memoria Nacional”.

Pero su viuda Alicja, no quiere que se publiquen esos datos seguramente porque considera que se mancharía su memoria, etc. y ha planteado una interdicción judicial para que tal texto no circule.

Pero ¿acaso esos datos mancharán la memoria del formidable reportero Kapuscinsky?

Nada más ridículo. El periodista dejó tal legado de sabiduría, valores y experiencia que no habrá dato que empañe su memoria y su pensamiento plasmado en los 19 libros que publicó, las lecciones que dictó y el ejemplo que nos obsequió.

Los propios polacos habían ya reconocido antes que los corresponsales de la agencia de noticias gubernamental “Polish Press” (PP) enviaban copia de sus informes a las autoridades correspondientes. Todo el mundo sabía que los corresponsales de los países detrás de la Cortina actuaban también de informantes de sus gobiernos. Era una cuestión ineludible; era así, más allá de creer si estaba bien o mal.

Richard Kapuscinsky estuvo en Lima en 1969 en el tiempo en que la Revolución de la Fuerza Armada con Velasco a la cabeza parecía tomar rumbo socialista. Y acompañó a nuestro amigo Efraín Ruiz Caro a varias expropiaciones de haciendas en el Cusco, entusiasmándose con los Andes y el proceso aunque debió interrumpir su viaje porque un soroche imbatible lo obligó a bajar a Lima.

¿Informaría el reportero sobre la Revolución Peruana? ¿Contaría que ésta era una revolución que se desdibujaba porque los generales decían que hasta ahí nomás atemorizados por el rumbo que tomaban las cosas?

Ojalá conozcamos algún día los despachos y crónicas que envió sobre su experiencia en el Perú. Y que su familia no se preocupe: nos importa un pepino que se haya descubierto que sus despachos los hacía con copia.

Nadie se ha escandalizado con, por ejemplo, Gunter Grass y su experiencia juvenil hitleriana o que, sin ir muy lejos, más de un importante escritor peruano fue militante de la Juventud Comunista.

A éstos, como a Richard Kapuscinsky, los juzgaremos por lo escrito.

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