martes, 2 de febrero de 2010

¿Periodismo asesino?

Historia de Periodistas
5 Marzo 2005 Por Juan Gargurevich

El periodismo ¿puede ser “autor intelectual”?

Conocíamos varias versiones sobre la infame asesinato del talentoso líder aprista Rodrigo Franco, en 1987, pero francamente no se nos había ocurrido que se acusara al diario El Comercio de ser el autor intelectual.

No es un rumor. El conocido periodista César Campos ha hecho la afirmación en días pasados en una serie sobre el tema titulada “Los últimos días de Rodrigo Franco” publicada en Expreso, a toda página, en tres jornadas. Y allí, el primer día, al lado de las ilustraciones Campos escribe: “La implacable campaña de El Comercio contra Rodrigo Franco lo presentó como un funcionario corrupto y perverso. De ello tomó nota Sendero Luminoso”.

La idea es que Abimael Guzmán al pronunciar la terrible frase: “Hemos aniquilado un parásito burócrata sumamente peligroso” había tomado del diario de La Rifa la idea, la inspiración para señalar como objetivo prioritario al economista y, repetimos ”aniquilarlo”.

Pero ¿puede efectivamente un diario impulsar un asesinato? ¿Una campaña contra un personaje puede llevar a un asesino a considerar necesaria la eliminación del alguien en beneficio de intereses presuntamente superiores?Nuestro periodismo está lleno de leyendas al respecto. En 1872, por ejemplo, el presidente Balta fue derrocado y asesinado por los hermanos Gutiérrez en uno de los episodios más dramáticos de la historia peruana y la opinión pública no pudo expresarse porque los diarios estaban clausurados (entre ellos El Comercio, por Balta). Pero José Antonio Miró Quesada utilizó la imprenta de su periódico “South Pacific Times” y lanzó desde el Callao 20 mil copias de una edición especial conteniendo una enérgica protesta parlamentaria.

Aquella hoja, dice su biógrafo Aurelio Miró Quesada, contribuyó “poderosamente a levantar los ánimos, tan quebrantados por los revolucionarios, y a robustecer los sentimientos en defensa del orden y la ley y en contra de la arrogante y tempestuosa usurpación de los Gutiérrez”.

Dos de los hermanos fueron linchados y colgados de las torres de la Catedral en las horas siguientes en una reacción que se incentivó cuando se supo del asesinato del presidente Balta.

Poco más de diez años después un nuevo magnicidio sacudiría al país. Al infortunado Balta lo sucedió Manuel Pardo, que soportó ataques periodísticos terribles y excesivos como aquella famosa edición del semanario que los canillitas vocearon como “¡La Mascarada, con el asesinato del presidente Pardo!!”en 1874.

La revista tenía una gran caricatura en la carátula que mostraba a Pardo ataviado de romano, como Julio César y con una leyenda que decía “La Historia es un Espejo don la Humanidad halla Consejo” y detrás, un opositor esgrimía el puñal asesino, parodiando a Bruto.

Cuatro años más tarde Manuel Pardo fue muerto a tiros por un sargento en una oscura conspiración que nunca fue bien aclarada pero los hombres de su tiempo afirmaron que había sido inspirada por aquella caricatura que reclamaba como solución la muerte del gran político civilista.

En el caso de Rodrigo Franco nos parece excesiva la relación que hace el periodista Campos –de filiación aprista, por lo menos en aquel año 87- porque era una época en que el gobierno aprista cometía un error tras otro, dando tumbos, desprestigiándose y estaba en general en la mira del periodismo, que le reclamaba rectificaciones. En el caso de ENCI la responsabilidad política era en todo caso del cuestionadísimo Remigio Morales Bermúdez y no de Franco, un técnico del partido.

Fue un crimen brutal, sin justificación y hasta hoy, sin explicación clara. La versión de que fue elegido por Abimael Guzmán como ejemplo, etc. no suena convincente, existiendo incluso una serie de versiones que no nos atrevemos siquiera a mencionar.

La interrogante inicial persistirá sin embargo: ¿puede la letra impresa ser tan poderosa como para incitar a matar a alguien?

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