viernes, 14 de enero de 2011

La constancia histórica no se respalda en el ciberespacio



WIKILEAKS, INTERNET Y LA PRENSA HOY

El Comercio

Por: Silvia M Q de Lira Periodista
Martes 11 de Enero del 2011

Hace unos días leí en este Diario el análisis titulado “Fin de un año de revelaciones”, referido a Wikileaks y a su condición de periodismo del siglo XXI que le atribuye Julian Assange, director de este portal especializado en filtración de documentos.

¿A qué tipo de periodismo se refiere Assange? ¿Al que podríamos denominar pop periodismo, si tomamos el término pop político utilizado por Giampietro Mazzoleni para definir la política cuando esta se convierte en entretenimiento (banalización de la política por los políticos y por los medios) o al periodismo como la profesión del saber, como lo llama el profesor alemán Wolfgang Donsbach, del Instituto de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Técnica de Dresde?

Yo, particularmente, me quedo con el segundo, aquel que está al servicio de la comunidad: ilustra, verifica, propone soluciones y orienta. Sin embargo, este tipo de periodismo solo puede ser ejercido por quienes tienen una sólida formación académica e interés por actualizarse en forma permanente para tomar decisiones editoriales acertadas.

El doctor Donsbach en la conferencia “El futuro del periodismo: enfrentando el desafío”, dictada el año pasado en Mérida, México, durante la asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, por invitación del Consejo Latinoamericano de Acreditación de la Educación en Periodismo (Claep), sugiere reabrir la discusión sobre la profesionalización del conocimiento y recuperar la identidad del periodismo para que se lo reconozca como la profesión del saber. La propuesta es valiosa y urge tomar medidas cuanto antes, porque los jóvenes, los profesores universitarios y parte de la sociedad ya no saben qué es periodismo y qué no. Las revelaciones de Wikileaks contribuyen a que la línea entre lo que es (el conocimiento) y lo que no es (la chismografía) sea cada vez más difusa.

A propósito de Wikileaks, es importante advertir el impacto que ha tenido la filtración de los 250.000 cables, que empieza en julio del 2010 con el tema Afganistán, en la redefinición de las relaciones diplomáticas, las consecuencias de la cultura del secretismo y los riesgos que ello implica. Pero lo más relevante, a mi entender, es la puesta en valor del periodismo escrito que, si bien se ha resentido a raíz de la creación de Internet, no está herido de muerte, aunque muchos opinen lo contrario.

Esto explicaría por qué la web de Assange se habría aliado con los cinco medios de comunicación impresos considerados referentes en el ámbito internacional: “The New York Times” (Estados Unidos), “Der Spiegel” (Alemania), “The Guardian” (Inglaterra), “Le Monde” (Francia) y “El País” (España).

La estrategia aplicada por Assange es interesante porque utiliza el offline (prensa escrita) y el online (Internet) como parapeto para difundir su mensaje y asegurarse una mayor cobertura. Entiende, entonces, que son medios que colaboran entre sí, más allá de competir. Lo cierto es que los medios han dejado de ser estancos.

La sentencia del director de “Le Monde” en la década del treinta: “La radio anuncia, la televisión muestra, pero el periódico explica” ha sido desplazada por “El medio es el mensaje”, de Marshall McLuhan.

Entonces la alianza, a la que nos referimos líneas arriba, tendría el propósito de asegurarse un alcance global y tener el sello de garantía (credibilidad y el rigor, que no es otra cosa que la escrupulosa severidad) que solo el periodismo, en sus diferentes plataformas, puede ofrecerle.

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