domingo, 17 de junio de 2012

“Watergate fue un asalto descarado y atrevido, dirigido por el propio Nixon”


Fuente La República

30 de abril de 1974. Acorralado por las investigaciones del
30 de abril de 1974. Acorralado por las investigaciones del "Washington Post", el presidente Nixon entrega las transcripciones de sus diálogos en su oficina que confirman sus crímenes.
Histórico. Bob Woodward y Carl Bernstein, los reporteros del "Washington Post" que investigaron la incursión de un grupo de "ladrones" en la sede del Partido Demócrata, y que destaparon que se trataba de una conspiración aprobada por el presidente, relatan cuatro décadas después el caso que le costó el puesto a Nixon.
Bob Woodward y Carl Bernstein.
Reporteros/
Al completar una carrera de veinte años en el Senado, Sam Erwin presentó en1974 su último informe como presidente del comité que investigó Watergate. Entonces planteó la siguiente pregunta: "¿Qué fue Watergate?".
Incontables respuestas se han formulado en estos 40 años desde que el 17 de junio de1972 un grupo de ladrones, que vestían como hombres de negocios y llevaban puestosguantes de goma, fue arrestado a las dos y treinta de la mañana en la sede del Partido Demócrata, en el edificio de oficinas Watergate. Cuatro días después, la Casa Blanca de Nixon ofreció su propia respuesta: “Ciertos elementos tratarán de llevar esto (el incidente) más allá de lo que fue”, se burló el secretario de prensa de Richard Nixon, Ronald Ziegler, subestimando lo sucedido en Watergate como un “robo de tercera categoría”.
La historia demostró todo lo contrario. Dos años después, Richard Nixon se convertiría en el primer y único presidente de los Estados Unidos en renunciar, debido al papel que cumplió en la conspiración criminal para obstruir la labor de la justicia, al ordenar el encubrimiento de Watergate.
Hay otra respuesta, sin embargo, que desde entonces persiste y no ha sido retrucada: la idea de que el encubrimiento de Watergate fue mucho peor que el crimen en sí. Esta idea pretende minimizar la dimensión y la gravedad de las acciones criminales de Nixon.
El propio senador Sam Erwin respondió a su pregunta sobre la magnitud de Watergate: "Destruir la elección presidencial de 1972, la integridad de un proceso mediante el cual el presidente de los Estados Unidos es nominado y elegido".  No obstante, Watergate fue mucho más que eso.
En su forma más virulenta, Watergate fue un asalto descarado y atrevido, dirigido por el propio Nixon, en contra del corazón de la democracia estadounidense: la Constitución, nuestro sistema de elecciones libres, el Estado de Derecho.
Hoy en día, mucho más que en esos días que trabajamos por primera vez en el caso cuando éramos jóvenes reporteros del "Washington Post", existen abundantes archivos que proveen respuestas y evidencias sin ambigüedades sobre Watergate y su significado.
Estos archivos se han enriquecido continuamente por décadas con la transcripción de cientos de horas de las grabaciones secretas de Nixon, añadiendo detalle y contexto a las audiencias en el Senado y en la Cámara de Representantes; las pruebas y declaraciones de culpabilidad de cerca de 40 asistentes y socios de Nixon que terminaron en la cárcel; así como las memorias de Nixon y las de sus consejeros. Semejante documentación hace posible rastrear el dominio personal del presidente sobre una campaña masiva de espionaje político, sabotaje y otras actividades ilegales contra sus oponentes reales o imaginados.
En el transcurso de sus cinco años y medio de presidencia, que se inició en 1969, Nixon desató y dirigió cinco guerras sucesivas y simultáneas: en contra del movimiento que se oponía a la guerra de Vietnam, los medios de comunicación, el Partido Demócrata, el sistema de justicia y, por último, contra la propia historia.
Todas reflejan una mentalidad y un patrón de comportamiento que pertenecían exclusivamente a la personalidad de Nixon: el propósito de vulnerar la ley para obtener ventajas políticas, así como la búsqueda de trapos sucios y secretos de sus adversarios como principio rector de su presidencia.
Mucho antes que el caso Watergate estallara, el espionaje, el robo, las escuchas telefónicas y el sabotaje político ya eran una forma de vida cuando Nixon estaba en la Casa Blanca.
¿Qué fue Watergate? Fueron las cinco guerras de Richard Nixon.
La guerra contra el movimiento antibélico
La primera guerra de Nixon fue en contra el movimiento que se oponía a la intervención bélica en Vietnam. El presidente creyó que la protesta era subversiva y que limitaba su capacidad de mantener la guerra en el Sudeste Asiático según sus planes. En 1970, aprobó el supersecreto Plan Huston, que autorizaba a la CIA (Agencia Central de Inteligencia, por sus siglas en inglés), el Buró Federal de Investigación (FBI), y a las unidades de inteligencia militar para desplegar una intensa vigilancia electrónica de personas identificadas como "amenazas a la seguridad interna".
El plan incluía, entre otras acciones encubiertas, la interceptación de la correspondencia y el levantamiento de restricciones a las llamadas "incursiones subrepticias". Esto es, los allanamientos ilegales, o "black bag jobs" (operaciones clandestinas de incursión a viviendas).
Thomas Charles Huston, el ayudante en la Casa Blanca que formuló el plan, informó a Nixon que era ilegal, pero el presidente lo aprobó a pesar de todo. No fue formalmente anulado hasta que el director de la FBI J. Edgar Hoover lo objetó. No lo hizo al comienzo, porque consideraba a este tipo de actividades como parte de la turba del FBI. Sin inmutarse, Nixon mantuvo tales operaciones.
En un memorándum del tres de marzo, 1970, el consejero presidencial Patrick Buchanan escribió a Nixon sobre lo que él llamaba "el poder institucionalizado de la izquierda concentrado en las fundaciones que el Partido Demócrata financia". Su principal preocupación era el Instituto Brokings, un grupo de expertos en Washington con tendencias liberales.
El 17 de junio, 1971 –exactamente un año antes del asalto a Watergate–, Nixon se reunió en el Despacho Oval con el jefe de gabinete de asesores, H.R. “Bob” Haldeman, y el asesor de seguridad nacional, Henry Kissinger. Discutían sobre un documento del ex presidente Lyndon Johnson relacionado a un cese del bombardeo de Vietnam, en 1968.
“Puedes chantajear a Johnson con este material, y puede valer la pena hacerlo,” dijo Haldeman, de acuerdo con la grabación de la reunión.
“Sí", dijo Kissinger, “pero Bob y yo hemos tratado de encajar la maldita cosa desde hace tres años”. Ellos querían la historia completa de las acciones de Johnson.
“Huston jura por Dios que hay un documento sobre ese asunto en (el Instituto) Brookings,” dijo Haldeman.
“Bob”, dijoNixon, “¿Te acuerdas del plan de Huston? Ejecútalo… Digo, lo quiero ejecutado en base a un robo. Maldita sea, entra y coge esos documentos. Dinamita la caja fuerte y cógelos”.
Nixon no dejó pasar el tema. Trece días después, según la discusión grabada con Haldeman y Kissinger, el presidente dijo: “Fuerza la entrada y sácalo. ¿Entiendes?”
La mañana siguiente, Nixon comentó: “Bob, maneja el asunto de Brookings inmediatamente. Necesito tener esa caja fuerte abierta”. Más tarde, persistió en el tema: “¿Quién va a forzar la entrada del Instituto Brookings?"
Por razones que nunca se esclarecieron, el robo aparentemente no se produjo.
La guerra contra la prensa
La segunda guerra que Nixon sin pausa desplegó fue contra la prensa, que reportaba con mayor insistencia sobre la guerra irresuelta de Vietnam y la efectividad del movimiento antibélico. Aunque Hoover pensaba que había acabado con el Plan Huston, en realidad fue ejecutado por asistentes y consejeros de alto nivel de Nixon.
Un equipo de “plomeros” (agentes encubiertos) y un equipo de asalto se formó bajo la dirección del consejero de la Casa Blanca, John Ehrlichman y un asistente, Egil Krogh, y fue dirigido por los jefes operativos del la futura incursión en Watergate: el ex agente de la CIA, Howard Hunt, y el ex agente del FBI, Gordon Liddy. Hunt fue contratado como consultor por el ayudante político de Nixon, Charles Colson, quien poseía una sensibilidad de no tener compasión como la del presidente.
Una primera tarea fue destruir la reputación del psiquiatra Daniel Ellsberg, quien en 1971 había entregado a la prensa los "Papeles del Pentágono", los reportes secretos de la guerra de Vietnam. La publicación de los documentos en los diarios "The New York Times", "The Washington Post" motivó a Nixon a rabietas y peroratas sobre Ellsberg, el movimiento antibélico, la prensa, los judíos, la izquierda los estadounidenses y los liberales en el Congreso, mezclando a todos, como consta en las grabaciones.
Aunque Ellsberg ya estaba bajo acusación y enfrentaba un cargo de espionaje,el equipo dirigido por Hunt y Liddy entró en la oficina de su psiquiatra, buscando información que pudiese perjudicar a Ellsberg y minar su credibilidad en el movimiento antibélico.
“No puedes soltarlo, Bob”, Nixon le dijo a Haldeman el 29 de junio de 1971. “No puedes dejar que el judío se robe ese material y se salga con la suya. ¿Entiendes?”, dijo.
Nixon prosiguió: “La gente no confía en esta gente del establishment del Este. Él es de Harvard. Él es un judío. Sabes, y es un intelectual arrogante.”
La rabia antisemita de Nixon era muy conocida para aquellos que trabajaban cercanamente con él, incluyendo algunos ayudantes que eran judíos.         
FECHAS CLAVE 
17 de junio de 1972. Cinco sujetos son detenidos en las instalaciones del Cuartel General del Partido Demócrata, en el edificio Watergate, en el centro de Washington.
18 de junio de 1972. El periódico "The Washington Post" es el primer medio de comunicación que informa que los individuos capturados son ex agentes de la CIA y del FBI y que uno trabajaba como asesor del Comité de Reelección del presidente Richard Nixon.
1 de agosto de 1972. "Washington Post" reporta que uno de los detenidos tenía en sus cuentas un cheque que provenía de los fondos de financiamiento de la campañla de reelección de Nixon.
29 de septiembre de 1972. Los autores de la investigación del "Washigton Post", Woodward y Bernstein, destapan que un consejero de Nixon, John Mitchell, manejaba un fondo secreto para financiar actividades de espionaje contra el Partido Demócrata.
10 de noviembre de 1972. Nixon es reelegido con el 60 por ciento, una de las más altas votaciones en la historia de los Estados Unidos.
17 de noviembre de 1973. Nixon niega su relación con  Watergate: "No soy un ladrón", dice.08 de agosto de 1974. Richard Nixon renuncia a la presidencia y lo reemplaza su vicepresidente Gerald Ford, quien luego lo perdonaría.
ClavesAUTORES. Bob Woodward y Carl Berstein relataron su investigación en Todos los hombres del presidente (1974). Sobre el derrumbe de  Nixon, los periodistas escribieron Los Días Finales (1976).
Revelado. Sobre "Garganta Profunda", la fuente que ayudó a destapar el caso, Woodward publicó El hombre secreto (2005).

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