viernes, 13 de noviembre de 2009

Hernán Casciari: “Los lectores de blogs están un poco locos”

Jueves 24 de julio de 2008
La Voz de Argentina


El escritor argentino se hizo famoso cuando su “Blog de una mujer gorda” fue premiado en 2005 como el mejor del mundo. A partir de allí, sus relatos en Internet son seguidos por cientos de fanáticos. Su nuevo libro, “España, decí alpiste” , es una buena muestra de la inteligente irreverencia que publica a diario en Orsai.es
Amalia Sanz


Empieza a hablar y lo primero que cuenta es que hace menos de una semana falleció su padre, Roberto Casciari. Los 500 lectores presentes se conmueven: no conocían la noticia, pero todos saben con precisión quién fue Roberto Casciari, han leído sus anécdotas en la pluma de su hijo, lo han conocido a través del filtro que le dio ser un personaje literario en uno de los blogs más populares en español.

Hernán Casciari (1971) vive en un pueblo en las afueras de Barcelona, y allí estaba, preparando las valijas para venirse a su país, cuando se enteró de la muerte inesperada de su padre. Viajó a Buenos Aires y una semana después, siguiendo la consigna de que el show debe continuar, se subió al escenario del teatro Margarita Xirgu de Buenos Aires, algo aturdido y emocionado, para presentar su nuevo libro: España, decí alpiste (Sudamericana), donde reúne textos publicados con anterioridad en Orsai.es.

A veces, en su blog ( visitar ) Hernán sube textos en los que, con la excusa de la autobiografía literaria como telón de fondo, cruza realidad y ficción en un entramado tan divertido como poético y reflexivo.

La reconquista

El libro lleva como subtítulo La historia de la peor epidemia que asuela a la madre patria: los argentinos. Es un retrato sarcástico, irreverente y desmesurado del choque de culturas con el que convive el exiliado argentino instalado en España, quien, con las pocas armas que posee, permanece en pie de guerra intentando una conquista al revés.

Para Casciari la batalla fue silenciosa, pero efectiva: empezó por la invasión de las hormigas negras, siguió con la seducción a sus mujeres –con Ricardo Darín como capitán del barco de los argentinos sensibles y chamuyeros– y acarició el triunfo el día que la empresa láctea española La lechera empezó, finalmente, a comercializar el dulce de leche.

"Es tremendo. El culto a lo salado que tienen los españoles es inexplicable, a la masa le ponen atún y jamón, pero nunca dulce de leche. Y si te gusta el fútbol, sus cantitos estúpidos se te hacen imposibles, imperdonables; el público no conforma un segundo espectáculo, como aquí", se irrita. Pero confiesa que una vez que se descascaran esos tópicos, surgen diferencias más profundas: "la amistad masculina, por ejemplo, es increíble. Dos amigos españoles de toda la vida pueden no saber nada de sus vidas, no lloraron nunca delante del otro, no se contaron sueños homosexuales", enumera.

–¿Y cuáles son las armas argentinas para ganar la batalla?

–Cierta supuesta creatividad. Si decís "sho" en lugar de "io" tenés algo más en tu currículum para ser, por ejemplo, creativo publicitario. En el terreno de la seducción funciona también con esa clase de española a la que le gusta que le coman la oreja. Y una vez que el argentino se dio cuenta, utiliza esa herramienta hasta el hartazgo. Vi mucho la copia pirata del argentino, aquellos a los que no les sale la dulzura darinesca.

–En el libro decís que vivir en el extranjero sirve para quejarte y exagerar...

–Exagerás las virtudes de lo que perdiste, como cuando decís cosas tales como "la mejor tortilla española es la argentina". Y también te quejás de lo que conseguiste allá. Es una queja caricaturizada y divertida porque el español, cuando defiende lo suyo, es un espectáculo. Mi mujer es catalana y se pone loca, es como armar una pequeña sit-com en tu propia casa. Mi hija se divierte.

También contás la lucha para que la primera palabra de tu hija sea castellana y no catalana. ¿La lengua es un poco la patria del exiliado?

–No sé. Desde que me fui, en el 2000, conseguí que mis cuatro mejores amigos de toda la vida se vinieran a vivir conmigo a mi pueblo. Para mí la patria es eso: preguntarle a alguien "¿te acordás?" y que se acuerde.

Meter el perro

Mucho se ha hablado de la exhibición de lo privado a través de la Web. ¿La intimidad puede ser un espectáculo?

–No exhibo lo privado, yo hago literatura, la única diferencia con lo que hacen otros escritores es que yo lo hago en un blog y eso implica cambios en relación con la velocidad de publicación y el feedback con el lector. Es cierto que comparto el formato con una cantidad de chicos y chicas desesperados que cuentan catárticamente las tres o cuatro cosas que les pasan, y suben sus fotos, pero eso no tiene ninguna intención literaria ni epistolar, no es lo que yo hago. Comparar ambas cosas es como emparentar la receta de cocina con el soneto sólo porque los dos son publicados en una revista. Esa confusión de todas formas me interesa porque me acerca lectores que de otro modo no tendría. Tampoco es tan nuevo lo que hago: la literatura del folletín existe desde hace siglos, lo que cambió es el formato, nada más.

–Insistís con la idea de ser un gran mentiroso. ¿Es condición para tu escritura?

–Sí, pero no la mentira que es hija de la cobardía, sino la mentira de darle el remedio al perro envuelto en jamón para que no se dé cuenta. Mis lectores leen literatura pensando que están leyendo otra cosa. Me encanta eso: llegar al lector que nunca leyó literatura.

–En ese sentido, tus textos no tienen el disfraz de alta literatura...

–Eso es lo que funciona para el tipo que nunca leyó. Escribir es también construir un marketing y a mí no me interesa el marketing del prestigio, me interesa el disfraz con el que puedo envolver lo que escribo. Mi viejo nunca había leído nada, hasta que empezó a leerme a mí. Sólo leía cosas de deporte, y yo empecé a escribir textos graciosos sobre básquet o fútbol en un diario del pueblo, y él empezó a reírse y a leer sin darse cuenta. Quiero a ese no lector y engañarlo.

–¿Te sentás, escribís y publicás sin reescribir casi nada?

–Sí, pero es oficio, no es virtud. Una vez, de chicos, le rompimos un vidrio a mi vieja de un pelotazo y nos fuimos corriendo a lo del vidriero para arreglarlo antes de que ella lo viera. Llegamos y le dijimos "25 x 45" y el tipo sin regla hizo los dos cortes en un segundo. Listo. ¿Eso es virtud? No, hace 25 años que el tipo hace eso. Bueno, yo hace 20 años que escribo, mucho tiempo haciendo lo mismo. Cuando me siento a escribir ya sé las primeras ocho líneas del primer párrafo del post. Voy caminando por la calle y voy pensando de forma literal, con comas y cantidad de caracteres. Tal vez sea un poco obsesivo.

Quejosos afuera

–Alguna vez dijiste que Orsai era la sombra constante de tu memoria. ¿Cómo se construye esa memoria?

–¿Dije eso yo? Seguro que no... "Sombra constante de mi memoria" es horrible, nunca lo dije.

Ante la insistencia, Casciari toma su computadora y busca en el Google la frase citada: "¡Me cagaste! Ahí está, lo dije", se ríe entre el asombro y la vergüenza. "No me gusta. Es una frase horrible por pretenciosa, pero la idea no está mal. Se trata de una memoria falseada, pero yo sé que está alterada. Orsai es una cosa que va a estar hasta que me muera, como un cuaderno que tengo y siempre voy a tener", asegura. Y agrega: "Es raro cómo podemos tener un registro extraño y novedoso de nuestras vidas. Si voy a mi correo electrónico, puedo reconstruir día por día lo que hice, mis estados de ánimo, mis conversaciones. No se ha dicho mucho: todos vamos a tener de una u otra forma un perfecto diario íntimo on line. Incluso de lo que no quieras recordar".

–Internet también proporcionó un arma nueva de publicación. ¿Es un medio de democratización de la escritura?

–Absolutamente. ¿Querés escribir? Andá, dale, nadie te lo impide. Y eso está bueno, porque hace callar a mucho quejoso. Si querías escribir, escribí y si no hacé talabartería, o algún taller de algo.

–¿Cómo es el vínculo con el lector en este tipo de escritura?

–Es raro y muy fuerte. Creo que muchos están un poco locos, pero los entiendo. Tengo un grupo de lectores prehistóricos que se hicieron amigos entre ellos. No son fanáticos míos, sino de ellos, de la gesta que armaron alrededor de los textos. Hay gente que se conoció en el blog de la gorda (mujergorda.blogspot.com) y luego se casó. Es que los lectores en un blog son como el segundo espectáculo de la cancha.

–Tus textos tienen algo de monólogos de stand up. Se están preparando algunas puestas teatrales, ¿no es así?

–Sí, en España se están ensayando algunos textos de Orsai y en Buenos Aires, Marcos Carnevale está interesado en montar unos monólogos.

–¿Y lo de Antonio Gasalla está confirmado?

–Sí, Gasalla va a hacer "la gorda", la obra se llamará Más respeto que soy tu madre. Yo no participé en nada, hizo todo él: adaptó los textos, la dirige, la protagoniza, reunió al elenco. Se puso la obra sobre los hombros. En España, además, Tornasol compró los derechos para hacer la película dirigida por Juan José Campanella y protagonizada por Carmen Maura, que será una típica vieja de pueblo argentinizada.


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