domingo, 29 de noviembre de 2009

Los últimos días de La Prensa

29 de noviembre de 2009
Por El Búho
Diario Trome


Jaime Bayly confiesa que si bien toda su vida quiso ser escritor y soñaba con vivir algún día solo de la literatura, primero 'fui periodista antes que escritor, y no sería escritor de no haber sido educado como reportero y columnista en dos periódicos de Lima'. El 'Tío terrible', en su habitual columna de Perú21, rememora cómo logró escribir un puñado de novelas -la nada despreciable cifra de once y un libro de poesía- todas ellas escritas entre Washington, Miami, Buenos Aires, Madrid y Lima. Para este Búho, una de sus novelas más logradas es 'Los últimos días de La Prensa'. Curiosamente leí que un crítico literario pulverizaba el divertido e hilarante relato de un joven Bayly cuando ingresó a la otrora 'Cueva de Baquíjano', el todopoderoso periódico de Pedro Beltrán en franca decadencia. Este crítico restaba méritos a la obra por estar 'plagada de situaciones inverosímiles'. Increíble, se ve que este intelectual nunca pisó un diario. Los personajes más alucinantes, dementes y 'peligrosos' han recorrido y recorrerán las salas de Redacción. Bayly los retrata de manera magistral y puedo dar fe de ello en los tantos diarios donde trabajé. Algunos, como 'La prensa', yacen en el cementerio de papel. Jaime cuenta que llegó a este diario a los 15 años empujadito por su abuela, quien tenía amistad con el director del diario Arturo Salazar Larraín, el papá de Federico.

Ese año,1981, lo llevaron donde el personaje más alucinante y demente: el jefe de Internacionales. Un troglodita que había peleado en la Segunda Guerra Mundial, pero andaba obsesionado con el comunismo. 'Usted no debe hablar con ninguno de los borrachos, comunistas, locos y drogadictos de la Redacción. No debe rascarse las pelotas en el comedor. En este periódico solo debe trabajar y tener tres principios: odiar al comunismo, odiar al comunismo y odiar al comunismo'. Ese alucinado personaje le contaba cómo mató a soldados enemigos con sus propias manos. En un capítulo, el jefe de Jaime se salió del cuadro y a uno de los redactores de Policiales, de los cuales tenía sospechas de pertenecer al odiado Partido Comunista, ¡lo lanzó por el balcón que daba al Jirón de la Unión! De puro milagro ese redactor no murió, pero sufrió múltiples fracturas. Solo un crítico cegado por la monotonía de su oficio puede poner en duda tales hechos. Este columnista conoció al desafortunado redactor que sufrió tan cobarde y salvaje ataque. Justamente fue mi jefe en el área de Policiales, en el primer periódico que trabajé, 'La Razón', que dirigió el 'Chema' Salcedo. Don Héctor, con esos enigmáticos lentes oscuros y su caminada de 'raya', llegaba hasta el cuerpo inerte de una pobre niña arrollada por un bus en la Panamericana Norte y destapaba los periódicos manchados de sangre, mientras masticaba con devoción su pan con chicharrón comprado en Puente Piedra. 'Pobre niñita', mascullaba mientras se limpiaba la boca con el brazo y se retiraba riéndose, ja, ja, ja, de la cara de este redactor que estaba mareado por la sangre y la tristeza. Con razón, lo lanzaron del balcón de 'La prensa'. Apago el televisor.

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